Por JUAN T H
El presidente
Danilo Medina sólo escucha lo que le conviene, lo que considera favorable para
el grupo que representa dentro y fuera del Partido de la Liberación Dominicana,
TODOS RICOS, por lo cual no le presta atención a los reclamos que desde hace
años viene haciendo el pueblo, provocando con ello, un estallido social que,
como van las cosas, no tardará en estallar.
Confiado en sus
fuerzas en le Justicia, el Congreso, Fuerzas Armadas, Policía Nacional, las
iglesias y la prensa, con más de tres mil bocinas en todo el país ensordeciendo a la gente para generar
corrientes de opinión pública a su favor, piensa que las “masas irredentas”,
que no tienen nada que perder, pero mucho que ganar si se levantan y reclaman
como un rio desbordado el espacio que le fue usurpado, entonces no habrá tiempo
para enderezar el rumbo.
El pueblo, pobre
y marginado, sin más derecho que la muerte, nunca tiene nada que perder, pero
cuando hace conciencia de sus problemas, cuando se empodera de ellos, cuando se
harta de las promesas incumplidas, de ver como las palabras de los políticos se
las lleva el viento hacía el olvido, se torna peligroso, capaz de salir con el
pecho desnudo a desafiar las balas de sus opresores. ¡Total, vivo o muerto da
lo mismo!
La gente se pasa
años pidiendo pacíficamente que le reparen caminos vecinales, que le pavimenten
las valles, le construyan escuelas y hospitales para la atención primaria, que
le hagan una carretera aquí y otra allá para enlazar comunidades o para el
acceso a los mercados y poder llevar sus productos. El gobierno no escucha.
Invierte en
grandes obras, suntuosas y caras donde la corrupción se llevan una buena
tajada. Las obras pequeñas, las que resuelven los problemas de los pobres, no les importan porque son de bajos
presupuestos; no hay mucho que robar en ellas. (Odebrecht pagó 92 millones de
dólares en sobornos a diputados, senadores y funcionarios –que ninguno irá a la
cárcel- para obtener las obras más
grandes para sobrevaluarlas y ganar mucho dinero)
Los ciudadanos
de a pie ven los gobiernos pasar uno tras otro sin cumplirle lo que prometieron
en cada campaña electoral. Los funcionarios se enriquecen inversamente proporcionar
con lagente. (“No te dejes engañar cuando te hablan de progreso, porque tú te
quedas flaco mientras ellos aumentan de peso. Dicen los Guaraguaos en una
canción”)
El gobierno no
escucha al pueblo, no resuelve sus problemas sencillos y simples como agua
potable, energía eléctrica, viviendas, seguridad ciudadana, bajos costos en los alimentos, etc., etc. Los
pobres jamás van al Palacio Nacional. Ese lugar estar reservado para políticos,
ministros, generales, embajadores, obispos y empresarios.
Pero cuando la
gente protesta, cuandodespierta de su oscurantismo, la respuesta es enviar a la
guardia y la policía para que la reprima con bombas y metralla provocando
apresamientos, torturas y muerte para “imponer el orden”.
El gobierno
habla con los poderosos; los complace en todo cuanto piden. No los tocas aun
sean delincuentes, evasores de impuestos y contrabandistas. Para ellos la
alfombra roja. Para el pueblo, un cementerio teñido de la sangre de los que no tienen nombres ni
apellidos sonoros. “Los nadies”.
Condena a Juan
Hubieres y a todos los que reclamamos rebaja de precios de los combustibles,
pero respalda a las mafias, tanto del sector público como privado, que obtienen
millonarios beneficios permitiendo que este sea uno de los países donde los
precios de los combustibles son más altos del mundo. (Y si eso es gobernar para
el pueblo, como dicen los cristianos, “entonces que venga Dios y lo vea”)
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