POR FELIX QUIÑONES
Los tiempos cambian, no hay duda. Y no sabemos si de verdad cambian para la
mejoría de la gente o si es para empeorar. Pero de que cambian, cambian. Uno lo
nota solamente cuando el reloj camina y comparamos los hechos. Cuando se cotejan
los acontecimientos y la forma de cómo los vimos ayer y cómo los vemos hoy.
La cuestión empezó con Manuel José Quintana, un poeta español que murió
hace más de 150 años. El escribió un poema larguísimo, donde se lamentaba de
los crímenes que cometió España con el Descubrimiento y la Conquista de
América.
En uno de los versos, el poeta dice: “los crímenes fueron culpa del tiempo
y no de España”. Y de ahí en adelante y con el paso del tiempo, la frase se transformó
en la forma que todos conocemos hoy:
“Las culpas del tiempo son y no de España”
Esta es la sentencia que justifica los desvaríos de los humanos; que
explica la doble moral de la gente, que hoy aprueba algo y mañana lo rechaza.
Es una especie de “patente de corso”, como la que firmaban los reyes de antes,
para que los capitanes de barcos atacaran a los navíos enemigos, apoderándose
de todo lo de valor que transportaran, en nombre del rey que firmó la patente.
En nuestro país, eso mismo hacen los gobiernos, cuando nombran a un
“matatán” del partido, para que haga lo que le dé la gana con los bienes del
pueblo, como los casos de la ONSA y la OISOE. Lo único es que en el caso que
les quiero tratar, la “patente de corso” se la firman los opositores demócratas
del gobierno, para oponerse hoy a todo lo que ellos apoyaban ayer.
Yo les traigo este escenario, porque es necesario que hablemos de dos
asuntos que nos tiene divididos a los latinos y muy especialmente a los
dominicanos. Me refiero al Muro que quiere terminar de construir Trump en la
frontera con México y el Cierre de Gobierno, que tenemos por los fondos para
construir dicho Muro. Veamos cada caso por separado:
El Muro en la frontera con México
Las fronteras de todo el mundo siempre han tenido partes donde se controla
el paso libre de la gente, ya sea con las tradicionales vallas de alambres de
púas o con algún tipo de edificación más sólida, hechas por los gobiernos. Hay
otras zonas donde las barreras son naturales, como ríos, desiertos y montañas.
Ese es el caso de la frontera EEUU-México.
Pues viene a ser que, desde los tiempos del presidente Bush padre, el
Congreso en pleno, siempre ha aprobado -y con mayoría absoluta de los dos
partidos- los fondos para que se construya el dichoso muro que separa los dos
países.
Lo mismo pasó luego con los gobiernos de Bill Clinton, Bush hijo y Barack
Obama. Todos apoyaron o solicitaron fondos y les construyeron un pedazo al
muro, siempre con el consentimiento de ambas cámaras del Congreso, o sea, con
el voto de los demócratas que hoy despotrican contra un muro que siempre tuvo
su apoyo.
En realidad, el único de los presidentes que no le ha puesto ni siquiera un
block al muro, ha sido Donald Trump, pero él es el culpable, el demonio que
quiere separar las familias hispanas. ¡Cuánta politiquería!
El Cierre del Gobierno
Este fenómeno, relativamente nuevo, ha sucedido desde 1976. En veinte
ocasiones antes de ésta, el Gobierno se ha visto parcialmente cerrado y por lo
general, no pasa de dos semanas. Las causas, siempre han sido asuntos de
presupuesto.
La mayoría de las veces, los cierres han sido por desavenencias entre las
bancadas del Congreso, en una y otra cámara. Y siempre, repito, por asuntos
presupuestarios. Parece que estas cosas solo pueden suceder en esta nación,
porque en los otros países, el Congreso o Parlamento puede quitar al Ejecutivo,
debido a que fue ese organismo quien lo nombró y en los paisitos como el de
nosotros, los presidentes gobiernan “por decreto” y son como dioses.
Yo creo que los cierres del gobierno son una demostración de lo “avanzado”
de este país, donde no se puede hacer nada que no esté incluido en el
presupuesto. ¡Qué diferencia con el de nosotros! Allí se trata al presupuesto
como a la Constitución, se cambia, se ajusta, se burla y hasta se usa para cuestiones
sanitarias.
Pero lo más grande de este cierre, es que está en juego el futuro del
Partido Demócrata. Ellos tienen que tumbarle el pulso a Trump para evitar que
les gane de nuevo en el 2020. Si eso pasa, entonces es muy posible que se vean
fuera de la Casa Blanca por 16 años, cuando menos.
De todas formas, aquí no hay nada de interés por los inmigrantes, de parte de los demócratas. El muro que no quieren apoyar
hoy, es el mismo muro que sus presidentes trataron de levantar antes, El
problema es que para estos demócratas de pacotilla: Una cosa es con guitarra y
otra es con violín.
Félix Quiñones es dirigente deportivo y comunitario.
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