Por Miguel Ángel Cid Cid
Santiago dista menos de 70 km. de la costa del
Océano Atlántico. Es como si la anhelada playa estuviera dentro de su territorio.
Y no es para menos, en sus inicios Puerto Plata era una común de la provincia
Santiago.
La Hidalga de los Caballeros, como además le llaman,
se fundó --Ley No. 40 sobre administración de provincia-- al año siguiente de
proclamar la independencia nacional, entonces, común cabecera de la provincia. Junto
a Puerto Plata incluía a Montecristi, San José de
las Matas y los puestos militares de Altamira y Dajabón.
El principal recurso cultural de La Ciudad Corazón
–expresión de cariño para llamar a Santiago-- es el misticismo que le imprimen los
pobladores a los rasgos identitarios. El Monumento, por ejemplo, es tan
emblemático que bien pudiera convertirse en el escudo que represente el
municipio. El colmo es que, pocos conocen su nombre completo “Monumento a los Héroes
de la Restauración”, pero, en principio se llamaría “Monumento a la Paz de
Trujillo”. Sin embargo, el común lo llama: El Monumento. Así, secamente.
Acaso creen que es por capricho que Cucharimba le
pone tanta picardía a la frase, “Santiago es Santiago / Santiago es Santiago /La
Ciudad Corazón”. Qué orégano le echa el mago a la exclamación, sin ser de pura
cepa el arraigo profundo lo bautizó como un símbolo santiaguero.
A propósito, ¿las autoridades y el empresariado
local van a dejar que Cucharimba muera en la miseria?
La Catedral Santiago Apóstol es un espacio
religioso-cultural que data de principios del siglo XVII. La han remodelado
–erróneamente-- varias veces, aun así, el templo conserva sus rasgos originales.
Adyacente al Parque Duarte, en un ángulo de 90º con el
Palacio Consistorial, el Centro de Recreo, y el Centro de la Cultura; conformaun
complejo arquitectónico que muestra varios estilos de diseños urbanos.
En la Villa de Santiago --nombre de origen— estuvo
el Museo del Tabaco, el gobierno arruinó la Compañía Anónima Tabacalera y el
museo se esfumó; otro era el Museo Folklórico Don Tomás Morel, pero se fue a pique
cuando falleció Don Tomas.
El Archivo Histórico, espacio de acopio y
conservación de documentos diversos sobre la historia de la ciudad; las Ruinas
de Jacagua, conserva los reductos del Santiago Viejo que sobrevivieron al
terremoto ocurrido en diciembre de 1562, razón por la cual la ciudad volvió a
establecerse en la orilla del Rio Yaque. Estos espacios emblemáticos de nuestra
cultura yacen sin dolientes ni parientes. Otro sismo los está borrando.
El Centro León, espacio de muestras museísticas,
mediateca y salas de conferencias, es un centro establecido hace poco por la
familia E. León Jimenes, un aporte de la tradición tabaquera de la región. El
Centro León celebra cada dos años el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes.
Las bibliotecas del Ateneo Amantes de la Luz, la
Alianza Cibaeña, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo, Recinto Santiago, se cuentan entre las
más importantes del país.
El Centro Cultural de UTESA, el Gran Teatro del
Cibao, el Centro de la Cultura (Sala Yoryi Morel) el teatro y anfiteatro de la
PUCMM, La Fortaleza San Luis, transformada en escuela-taller; –sumados al
Centro León—conforman el conjunto de salas de exposición de arte y celebración
de espectáculos.
Lo expuesto – sin hablar sobre el carnaval y los
lechones- es solo una muestra de la diversidad cultural de Santiago. Cualquiera
se preguntaría, ¿qué le falta? Le falta lo primordial. Le falta el proceso de gestión cultural.
Lagestión cultural
Por la reseña anterior y la presencia de la mayoría
de instituciones culturales púbicas y privadas, puede creerse que la Hidalga consuma
la gestión cultural a carta cabal. Falso.
Los santiagueros viven prisioneros de su orgullo. La
pasión que ponen a sus acciones transforma un distintivo simple en un símbolo de
la ciudad. El orgullo los hace seres únicos, elegidos –como los israelitas—
dudan de la ayuda de cualquier extraño.
Las autoridades del municipio, por ejemplo, reducen
la política cultural municipal a la tarea de pintar murales en puntos
diferentes de la ciudad. Están convencidas que una simple acción artística no
solo es una política cultural, sino que históricamente es la mejor y más
acabada política cultural a nivel local.
El Ministerio de Cultura, por igual, celebra la gran
labor cultural que hace el Ayuntamiento. Las dependencias locales, en cambio, se
manejan con un presupuesto que apenas alcanza para pagar una nómina pírrica. La
excepción es la recuperación de la sala de teatro del Centro de la Cultura de
Santiago –tenía años cerrada-- hoy se celebran presentaciones como parte del
Festival Nacional de Teatro.
El Plan Estratégico de Santiago, por su lado,
elaboró La Agenda Cultural de Santiago, un compendio grueso que contó con la
asistencia –no la participación— de la mayoría de los actores culturales de la
ciudad. El diagnostico podría ser un aporte al proceso de gestión cultural
local. Pero, aunque el librazo es gratis, esa ganga requiere de una burocracia
tan costosa como inaceptable.
Construir un proceso de gestión cultural efectivo,
en suma, requeriría un acuerdo amplio y flexible entre las instituciones
culturales públicas, privadas y sociales. Formular una política cultural sería
el objetivo principal.Tirar el orgullo en un rincón sacaría a flote tantas oportunidades
como alcance la imaginación.
Nota:
Los datos históricos fueron tomados de: Campillo
Pérez, Julio Genaro -Santiago de los Caballeros: Imperecedero legado
hispano-colombino- citado por: Tejeda Ortiz, Dagoberto - El Carnaval
Dominicano: antecedentes, tendencias y perspectivas.
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