Por Miguel Ángel Cid Cid
Por ello hoy
los líderes comunitarios deberían preguntarse: ¿Por qué los legisladores
olvidaron el recurso de la negociación al aprobar las leyes 170-07 de Presupuesto
Participativo y la 176-07 del Distrito Nacional y los municipios? ¿Por qué los
llamados municipalistas se hicieron de la vista gorda ante el olvido del Congreso?
Dentro de los
nudos que limitan la democracia representativa hay dos que nos interesa
resaltar en esta ocasión. Primero, el método del centralismo democrático. Éste
consiste en que la minoría se subordina a la mayoría. ¿En dónde queda, entonces,
el derecho de las minorías?
Segundo, la
representación. Radica en que una élite es elegida para representar alas
mayorías en una asamblea. Los senadores, diputados, regidores y vocales son representantes
en sus respectivos niveles. Igual pasa con los directivos de los grupos
comunitarios. En la práctica, todos actúan por cuenta propia. Es decir, se olvidan
de quienes y para qué los eligieron.
Por ejemplo,
los regidores municipales. Un partido político los propone. Pero quienes los
eligen son los ciudadanos. La Constitución establece que ellos son los
representantes de los munícipes. Pero en la realidad picante y sonante, representan
los intereses del partido que los postuló y los suyos propios.
Cortan la soga
por el lado que aparenta más débil: las comunidades.
La piedra de
toque de la representación en el proceso del PPM se traduce en el rol de los
delegados al Comité de Seguimiento Municipal escogidos en las asambleas zonales.
Pero en la mayoría de los casos, lo que olvidan estos delegados es, precisamente,
defender las comunidades que ellos representan. Terminan transándose con las
autoridades por dadivas personales.
Con todo, en
el Cabildo Abierto se discute la aprobación o rechazo del plan de inversión del
Presupuesto Participativo Municipal. Pero como no hay vigilancia de los representados
hacia los representantes, éstos últimos actúan a sus anchas. Es así como los
regidores y los delegados del PPM omiten en los debates los acuerdos aprobados
en las asambleas comunitarias.
En los
primeros ensayos de formulación del PPM se instauró el proceso de negociación.
El objetivo era conocer la capacidad del ayuntamiento para solucionar las
necesidades señaladas en las asambleas zonales. El proceso se pensó como un
ejercicio para desarrollar en los dirigentes las habilidades de debatir y saber
cuándo se debe ceder en una posición. Al final del proceso, losacuerdos se
ratificaban en la Asamblea de Negociación.
Las asambleas
comunitarias por zonas consistían en: Diagnosticar todas las necesidades de las
comunidades. Clasificar las necesidades de acuerdo al sector que le
correspondiera solucionarlas. Sean de la incumbencia del gobierno central, del
sector privado o del ayuntamiento. Otro nivel de clasificación consistía en
definir el radio de influencia de las necesidades. O sea, establecer cuáles beneficiaría
una zona determinada o si lo hacían en el municipio en su conjunto.
Priorizar las
necesidades sin importar a quien correspondiera darle solución. Sucedía que
necesidades tocantes al gobierno central o al sector privado resultaban entre
las más urgentes a solucionar. En estos casos, el gobierno local, acompañado de
los delegados, debería dirigir el proceso de gestión para lograr su solución.
Escogencia de
delegados representantes de cada zona.
Participación
de las autoridades en las asambleas. El rol de estas consistía en escuchar los
debates y al final decir algunas palabras de agradecimiento a los
participantes.
La Asamblea de
Negociación la conforman los delegados escogidos en las asambleas zonales y las
principales autoridades municipales. Los demás dirigentes comunitarios o
cualquier ciudadano que lo quisiera, participaban para vigilar el
comportamiento de sus representantes.
En suma, atañe
a la nueva Ley municipal, que se discute en estos momentos, desatar los amarres
que impiden una representación honesta y transparente. Volver sobre el proceso
de negociación en la experiencia del PPM en Villa González podría ser la llave
para soltar los eslabones de la cadena de la participación que es la esencia de
la democracia.
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