POR ROLANDO ROBLES
Este ha sido un secreto a voces que ha llegado hasta los oídos de cada
dominicano vivo. En todos los rincones del país se registró la opinión
generalizada de que: “si hay dos
instituciones desacreditadas en Quisqueya, ellas son el Congreso y la Policía
Nacional”. Puede que haya algo de exageración en el juicio y bastante de
politiquería e intriga; pero, los hechos han demostrado que no estamos tan
lejos de la realidad.
Y ésto es muy lamentable porque tanto el primero, como la segunda, son
organismos vitales para la sociedad. Si cualquiera de ellos fallare en sus
funciones, el caos emerge y se instaura como la “regla del juego”. Si el
Congreso no es capaz de hacer las leyes y fiscalizar las acciones del Gobierno
en representación del pueblo, tal y como especifica la Constitución vigente, no
hay posibilidad alguna de que podamos sobrevivir como un estado independiente y
progresista.
Sobre la Policía Nacional, aun tenemos posibilidad de reencauzarla
cuando finalmente se hagan las reformas propuestas. Pero, lo del Congreso, eso
sí que es preocupante, dado el nivel de autonomía que tiene el “primer poder”
del Estado, lo cual no sucede con la Policía.
Por el momento, concentremos la atención en la cámara alta del
Congreso y veamos qué tantos desaciertos hay en su accionar y cuánto peligro
pudiera encerrarse en esa acción revanchista que tomaron cuando la sociedad
protestó por los privilegios que ellos mismos se han asignado.
En este mismo periódico, en la edición de noviembre 2 del corriente,
el empresario Franklin Báez Brugal hace una brillante exposición, a manera de
crítica, de lo que él en persona identifica como: “La rabieta de los senadores”. Es un artículo que todos los
ciudadanos deben leer y dejar sus comentarios, para testimoniar su apoyo o
rechazo a lo que plantea don Franklin con tanta claridad.
Yo, por mi parte, prefiero abordar el asunto desde otro ángulo y
presentar una arista un tanto más comprometedora. Me baso en el escenario que
de seguro se presentará si los senadores insisten en eliminar todas las
exenciones fiscales, aunque sabemos que algunas de ellas son incentivos para la
producción y no vulgares privilegios como las exoneraciones de automóviles de
lujo, que los congresistas venden a terceros, violando las leyes que las
justifican.
Aquí lo que se ve es una virtual confrontación entre una parte del Congreso
(compuesta por la mayoría de los senadores y ciertos diputados) por un lado, y
por el otro, el poder ejecutivo, los restantes congresistas y el partido de
gobierno. En este ambiente sin sentido político para un gobierno en su primer
período, es muy fácil que se produzca un boicot al presidente Luis Abinader,
quesería de consecuencias catastróficas para el Partido Revolucionario Moderno
y el pueblo en general.
Alguien dirá que mi razonar resulta muy trágico pero, con una
oposición acorralada por la justicia, desesperada por volver al poder y “capaz
de todo”, haciéndole el juego a un congreso repleto de aprendices de la
política, “tontos útiles” que no advierten el peligro que puede generar su
aventura, creo que hasta conservadora podrían resultar mis presunciones.
Sin embargo, y a pesar de lo preocupante que me parece la situación,
veo luz al final del túnel. Estoy convencido de que si el presidente Abinader
se emplea a fondo, logrará apaciguar este conato de incendio. Porque si bien es
cierto que estamos en presencia de
muchachos jugando con fósforos en presencia de gasolina, no es menos
cierto que no son locos ni mucho menos suicidas, aunque sí muy oportunistas.
Cuando el partido perciba que ese juego irresponsable e insensato, que
hace peligrar la permanencia en el poder y por tanto, afecta los intereses de
las mayorías, obligará a buscar respuestas mas contundentes para enfrentar la
conspiración. En ese preciso momento concluyen las carreras políticas de los
protagonistas y tendremos en el 2024 un congreso totalmente renovado.
De nuevo, debo repetir: la
bola está en la cancha del comandante en jefe y sólo él tiene prestigio y
autoridad para hacer entrar en razón a los descarriados.
Este gobierno ha sentado las bases éticas para mantenerse en el poder
y hacer las transformaciones que demanda la sociedad que votó por su programa;
y le dio el mandato para adecentar el país, eliminando la corrupción y la insolente
impunidad.
¡Presidente, disponga los correctivos y
evite que la cizaña ocupe el conuco entero!
¡Vivimos, seguiremos disparando!
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