Por JUAN T H
Tengo un amigo, al que quiero y respeto, Diógenes Céspede,
un intelectual de vanguardia, Premio Nacional de Literatura, que siempre dice
lo que piensa, y lo hace -por supuesto- con mucha integridad y propiedad.
Diógenes ocasionalmente comenta algunos de mis artículos, lo cual agradezco.
Digamos que mantenemos una silenciosa complicidad epistolar donde por lo
general yo salgo perdiendo conceptualmente.
Recientemente me envió una nota a propósito de mi
artículo sobre la “necesidad” de un Trujillo que ponga orden y termine con el
caos que vive el país desde hace años, produciendo los cambios que demanda la
sociedad dominicana a gritos de la historia. Le pregunté: ¿“puedo publicar tu
comentario aunque sea sin usar tu nombre? Y me respondió: “no hombre, publícalo
con mi nombre. Tú y yo votamos por Abinader y quisiéramos que hiciera las
reformas que se ha propuesto, pero como que hay una pasividad que mete miedo.
Estoy viviendo el 1963, pero sin anticomunismo”.
Diógenes me escribe: Estimado Juan TH. Los que no
estudiaron, ni saben que vivimos en un Estado clientelista y patrimonialista ni
saben cómo cambiarlo son los politólogos, los sociólogos y los historiadores
del PRD que pasaron a fundar el PRM con la misma ideología perredeísta.
Como aquí no hay lugar para una revolución burguesa, mucho hace Abinader
con decir que él es un reformador. Pero hasta contra las reformas que él está
llevando a cabo, conspiran la burocracia perremeísta y los aliados oligarcas
del gobierno. Y eso produce la impresión de que Abinader gobierna solo. Se me
parece a Bosch en el 1963.
Yo digo que la burocracia perremeísta solo está al acecho para entrarle
a saco al botín del Estado, si Abinader se descuida. Esa burocracia perremeísta
no sabe hacer otra cosa que lo que hizo con Guzmán, Jorge Blanco e Hipólito.
TH y creo que aramos en el mar. Tu defensa de lo que realiza Abinader
para lograr estas pequeñas reformas es recibido como un purgante por los que
aspiran a hacer negocios con el Estado. La burocracia perremeísta es la
variante egoísta del comesolismo. Los comesolos del PLD eran solidarios entre
sí, pero en el PRD/PRM cada quien debe empujar su propia carreta.
A veces me da pena todo ese esfuerzo descomunal de Abinader por reformar
en solitario las instituciones y que las violaciones a las leyes tengan
consecuencia.
Pero un Estado clientelista y patrimonialista es un sistema donde todas
sus instancias y estructuras son solidarias. Si se afecta una, como en el caso
del ministerio público independiente, las otras instancias se resienten y se
ponen en guardia y obstaculizan la justicia independiente, para ponerte solo un
ejemplo. Termina el comentario del escritor.
Creo que mi dilecto amigo tiene razón. Pienso lo mismo. Lo he dicho en
ocasiones anteriores.
Me siento compromisario con los esfuerzos que denodadamente hace el
presidente Luís Abinader para sanear el Estado y convertirlo en un instrumento
de desarrollo. Sin embargo, lo siento muy solo o mal acompañado en las metas
que se ha propuesto. El PRM no hizo los ajustes políticos e ideológicos para
corregir los errores cometidos por el PRD. Voy más lejos: El PRM no se preparó
para mirar detrás de la curva, como dijera Peña Gómez, ni se preparó para,
desde el poder, al que no sabía que llegaría tan pronto, realizar los cambios
necesarios -algunos radicales- para transformar el país y colocarlo de cara al
desarrollo en los próximos años. Esa es la verdad.
Como dice el proverbio chino: “El árbol quiere la paz, pero el viento no
se la concede”. Luís Abinader quiere cambios políticos, económicos y sociales,
pero hay fuerzas poderosas que se lo están impidiendo, a veces soterradamente, a
veces, públicamente, tanto dentro como fuera de su propio partido y de su
propio gobierno. Es duro decirlo, pero es cierto. Como he dicho antes, el
presidente va rápido, pero muchos de los suyos van lentos. De todos modos seguiré respaldando al
presidente Abinader por entenderlo un hombre transparente, honesto y
trabajador, que, estoy seguro, quiere lo mejor para su país. Lo prefiero mil
veces que a sus antecesores del Partido de la Liberación Dominicana que no
hicieron más que saquear impunemente el Estado convirtiéndolo en una piñata.
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