Sobre política y políticos, mentiras, narco y corrupción

Por Miguel Ángel Cid Cid

 

Asombra la naturalidad con que mienten los políticos, aunque mentir en política no es nada nuevo. Lo nuevo resulta que las consecuencias para los políticos mentirosos son hoy tan poco efectivas que se parecen demasiado a la impunidad.

 

Para mí la política es el arte de conducir a un pueblo por senderos de prosperidad, respeto y seguridad, basado en una orientación ideología. Para ello el político sagaz busca desde el Estado trazar un balance, crear una atmósfera, una dinámica entre los múltiples actores de una sociedad determinada. Es el arte de ordenar sin mandar, como escribió Nicolás Guillen: “voz que ordena sin mandar”.

 

Es una ciencia social, porque utiliza un método y un objeto, el poder. Los que estudian el poder, su concentración o diseminación, en las diferentes instancias de una sociedad concreta, se llaman politólogos. Ellos tratan de echar luz sobre los mecanismos para gobernar en beneficio de una población, y nunca para privilegios de pocos. Es decir, la política promueve la participación ciudadana en la distribución del Poder para garantizar el bien común.

 

Eso es lo que creo.

 

En tanto la RAE ofrece doce definiciones de política. Para los fines de este artículoseleccioné, como muestra, tres:

 

Primera       : “Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados”. Segunda         : “Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos”.  

Y tercera     : “Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”.

 

Pero los políticos prefieren las lecciones de Nicolás Maquiavelo, en lugar de orientarse por el sentido común, que expresé arriba y la RAE. En El Príncipe aconseja: “los seres humanos superiores están autorizados moralmente a guiar a los inferiores mediante el empleo de la mentira”.

 

Adolf Hitler, el Führer (líder) de Alemania de 1933 al 1945, fue el primero en hacer de la mentira una consistente política de Estado. Él fue más allá de la intención del gran pensador italiano.

 

Designó a Joseph Goebels, Ministro de Ilustración Popular y Propaganda. El Führer primero lo deslumbró y luego lo instruyó en los vericuetos del nazismo. Goebels, quien venía de un doctorado en filosofía y era un fervoroso comunista, satisfizo al Führer a la perfección. A él se le debe la célebre frase: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

 

Donald Trump reciente y cercano quiso llevar la confrontación entre verdad y mentira a un nuevo nivel. La pos-verdad y los hechos alternativos ya forman parte de la política en la actualidad a nivel mundial. Dijo que la Covid-19 estaba controlada. Un año después, hay 32 millones de personas infectadas y han fallecido más de medio millón de estadounidenses. A Trump le faltó lo que Hitler tenía sobrado, una situación catastrófica como la de Alemania después de la 1ra.Guerra Mundial y un ministro capaz de llevar al pie de la letra sus instrucciones.

 

Los políticos criollos copian mal a Maquiavelo, repiten los patrones desfasados y envidian ser como Hitler o Trump.

 

Joaquín Balaguer solía pasar 4 años negando que se reelegiría. Unos minutos antes de vencer el plazo de inscripción, aparecía en la Junta Electoral haciendo efectiva su postulación. Afirmó, cierta vez, que la corrupción se detenía en la puerta de su despacho. Al decir que hizo trescientos millonarios nuevos, se desmintió.

 

El presidente Leonel Fernández Reyna ascendió al Poder como bochista. Pero luego gobernó como balaguerista-vinchista. Predicó contra la reelección presidencial y la corrupción. Se reeligió en el año dos mil cuatro, en el dos mil ocho y si Danilo no le corta el paso, todavía estuviera ahí, suspirando que llegue el 2044. Los actos de dolo en su gestión sucedieron en cantidades industriales. Los aviones Super Tucano, los 130 millones de dólares de la Sun Land, Arturo del Tiempo y la Torre Atiemar, son sólo una muestra mínima.

 

Ahora que está afeitado, Fernández tiene una cara dura: “Es preocupante el auge de la narco-política a nivel internacional y en República Dominicana”, dijo. Él, quien es el único presidente que inspiró un libro sobre su alegada vinculación con el narco. El autor del libro “Leonel Fernández y Yo - El engendro de un narcotraficante caribeño”, es Julio César Valdez. Se recuerda, además, el regreso intempestivo de Quirino en medio de escarceos electorales intrapartidarios. El Capitán Quirino, después de purgar condena en USA, exigió al Líder el pago de 200 millones de pesos que, alega él, le aportó para una de sus campañas. Algo que nunca ha sido desmentido por Fernández Reyna.

 

Danilo Medina, anterior inquilino del palacio, juró que no se reelegiría como presidente. Se reeligió, con todo y tiburón, en el 2016, quiso forzar el mingo en el 2020 pero no le salió bien la jugada. Sentenció que, si uno de sus funcionarios es denunciado por corrupción, de inmediato sería sometido a la justicia. Las denuncias se sucedían por pipa y por pipá. Pero nadie fue sometido.

 

Hoy los hermanos de Danilo están presos, acusados de corrupción mayor. Vendían al gobierno de manera irregular hasta mentas de espíritu. El asegura con Daniel Santos: yo no sé nada, yo llegué ahora mismo, si algo pasó, yo no estaba ahí. Y el otro yo, quien suscribe, quiere creerle. Porque se pasó ocho años, oh sorpresa, de visita en visita.

 

El PRM, en cambio, es un partido cuyos dirigentes tienen experiencia de Estado y el Presidente Luis Abinader es un empresario de alto vuelo. Esa experticia debería ser garantía de transparencia y de apego a la verdad desde el gobierno. Ellos saben cuánto pesa imponer la mentira por encima de la verdad.

 

Pero el Presidente Abinader se comprometió con la aprobación de las trescausales sobre el aborto. Con todo y el campamento de mujeres frente al Congreso, el mandatario no se motivó a darle su apoyo. De la misma manera, el Presidente anunció un gobierno para los pobres. Sin embargo, los principales funcionarios son empresarios negados a beneficiar a las bases de su partido, que representan un segmento de los pobres del país.

 

En resumen, usar la mentira y las falsas promesas como instrumento político, puede resultar peligroso. Si los engaños se develan, el efecto se revertirá contra el político mentiroso a la hora del voto.

 

 

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