Por JUAN T H
Con el general
Adán Cáceres, ex jefe de seguridad del ex presidente Danilo Medina, acusado de
corrupción junto a otros militares, el gobierno ha abierto una caja de Pandora
de donde posiblemente saldrán muchos demonios, si las investigaciones se
profundizan. Pueden caer -espero que sí- muchas manzanas podridas que empañan
la imagen de los cuerpos castrenses.
Para nadie es un
secreto que la corrupción en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional no está
al margen de toda la estructura mafiosa y gansteril del Estado. Los políticos
en el poder han maleado toda la estructura militar y policial. Unos y otros han
sido socios en el desfalco de los bienes públicos en completa armonía con la
complicidad, igualmente, del sistema judicial y de importantes grupos
empresariales beneficiados de todo el entramado que permite el despojo de
cuantiosos recursos del pueblo dominicano.
El Estado tiene
el dominio del poder represivo a través del sistema de justicia, las Fuerzas
Armadas y la Policía Nacional. El Estado es dirigido por los políticos que
llegan al poder, los cuales se otorgan privilegios y prebendas para su
beneficio y los traspasan por igual a otros en mayor o menor medida, creando
así un Estado integrado por bandas depredadoras.
Pocos generales
pueden, al amparado de las nuevas normativas, justificar las fortunas
adquiridas durante su carrera militar o policial, al igual que muchos de los
políticos que han pasado por la administración pública. El Estado ha sido un
botín para unos y otros, una piñata cada cuatro años.
El presidente
Luís Abinader parece estar dispuesto a terminar con esa situación en la
milicia, la policía y el gobierno, para lo cual está tratando de “sanear el
Estado”. No sé, lo confieso, si será posible en las actuales circunstancias
políticas, con un sistema de partidos cuestionado y una clase política enferma
que no ha entendido su rol histórico. La aspiración del mandatario de “sanear
el Estado”, convirtiéndolo en un instrumento de desarrollo y estabilidad social
fortaleciendo sus instituciones, es loable, saludable para el país. Ahora bien,
no sé hasta donde el país esté preparado para aceptar esos cambios. No lo sé en
verdad.
El ministerio de
Defensa está en manos de un militarcorrecto que ha forjadoun liderazgo que le
permite tratar de enderezar las cosas en los cuarteles, como lo es el general
Carlos Luciano Díaz Morfa, a quien conozco hace muchos años.El jefe de la
Policía es un oficial joven, muy preparado, interesado en cambiar la imagen de
la institución del orden público, acatando un anhelo del presidente Abinader que
le da seguimiento permanentemente a las Fuerzas Armadas y a la Policía.
Transparencia en el gobierno, transparencia en la milicia y en la Policía.
Tolerancia cero con la corrupción. (No es casual que en estos nuevemeses de
gobierno se hayaincautado más drogas que en los gobiernos del PLD. ¿Extraño,
no?)
No puede haber
cambios profundos en las Fuerzas Armadas y en la Policía, si no los hay en el
gobierno central, entre los funcionarios, entre los partidos y sus dirigentes. El
presidente Abinader está actuando bien, espero que los miembros de su gabinete
y los dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano, diputados, senadores y
los integrantes del Ministerio Público, lo acompañen en esa labor titánica de “adecentar”un
Estado estructurado para el robo y la impunidad. ¡Ojalá!
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