Por JUAN T H
Los gobiernos
que ha tenido Estados Unidos a lo largo de su historia han considerado a los
países latinoamericanos como parte de su territorio. Y no lo son. Bajo ese
criterio han invadido y pisoteado nuestros territorios, han propiciado golpes
de Estado, revoluciones y levantamientos que han tenido un alto costo material
y humano impidiendo o retrasando el
desarrollo. En pocas palabras, no nos han dejado ser, crecer y avanzar. SimónBolívar,
el gran libertador, dijo en una ocasión, como un presagio maldito, que los Estados
Unidos pareen destinados por la providencia para plagar de miseria a toda
América Latina en nombre de la libertad”. (“Que verdad dura y sin sombra”)
La teoría
“América para los americanos” que se le atribuyó al presidente Jemes Monroe en 1823 sin pertenecerle, ha sido
puesta en práctica desde que los ingleses llegaron al continente. Es tiempo de
que termine. Cada pueblo, cada país, cada territorio, tiene sus propia forma de
ser y de existir, independientemente de que hoy día, gracias al desarrollo de
la ciencia y la tecnología, “el mundo sea una aldea” y estemos interconectados.
Tal vez sea
mucho pedir, demasiado, me dicen algunos amigos, pero aspiro a unas relaciones
bilaterales entre Estados Unidos y el resto de los países de la región, distintas,
de respeto a nuestras normas y costumbres. Debemos tener derecho a escoger los
gobiernos y los sistemas que mejor se adapten a nuestras raíces. No quereos que
nos impongan presidentes ni los tipos de gobiernos. Lo que funciona en un país
no tiene que funcionar en otro.
La elección de
Joe Biden como presidente de Estados Unidos y de su vice, Kamala Harris, en
tiempos de pandemia, por la naturaleza humana de ambos, por lo que han sufrido
antes de ser elegidos, debe suponer un cambio en la política exterior de ese
país, terminando con el modelo Tump. No más intervenciones militares, no más
bloqueos económicos, no más golpes de Estado, no más matanzas, no más
agresiones disfrazadas, no más sabotajes, no más mercenarios, no más atentados
terroristas, no más revoluciones dirigidas por la Agencia Central de
Inteligencia.
El bloqueo
económico, político y cultural contra Cuba es anacrónico, inhumano, criminal y
sin sentido. Debe terminar. Entre Cuba y Estados Unidos debe haber armonía y
respeto. Continuar agrediendo al hermano pueblo cubano es abusivo y absurdo.
“Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”, dijo en una ocasión el Papa Juan Pablo ll. Cuba está
abierta al mundo. Estados Unidos debe terminar con lo que Fidel Castro llamó un
“genocidio con el que se intenta rendir por al hambre al pueblo cubano”, algo
que evidentemente no ha logrado, ni logrará.
Lejos de
profundizar la crisis en Venezuela, el nuevo gobierno de Estados Unidos debe
buscar la manera de solucionarla en paz, a través del dialogo y la
concertación, al igual que en Bolivia, Nicaragua, Haití, Ecuador, México,
Argentina, Chile, Brasil, Guatemala, Honduras, El Salvador y demás pueblos de
la región. Los tiempos han cambiado, los métodos también deben cambiar.
Ojalá que la
visión global de Estados Unidos con relación a los demás países del planeta
cambie sustancialmente. El planeta está en juego, la humanidad también, no un
país en particular. Ojalá que el nuevo
mandatario estadounidense mire a nuestra américa morena y hermosa con ojos de
hermandad, no de superioridad. Será mucho pedir, pero es lo que anhelo, como
dominicano, como latinoamericano, como ciudadano del mundo.
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