Por Miguel Ángel
Cid Cid
Mi
generación sobrevivió, hasta ahora, a epidemias y pandemias. Cólera, hepatitis,
SIDA, H1N1, COVID-19 y paro de contar. Pero hubo una epidemia en mi niñez que,
aunque no mata como las citadas, me enseñó para siempre la prudencia del
aislamiento social y la precaución del distanciamiento físico: los piojos.
Recuerdo
vívidamente que cuando alguien llegaba a la casa rascándose la cabeza, la
familia entraba en pánico. Nadie quería bregar con piojos. Ni en la casa, ni en
la escuela, ni en el barrio. Tener piojo era como comprar el pasaje para pasar
al ostracismo social o, como se decía entonces, irse a la porra.
Si te contagias
del coronavirus, por ejemplo, te internan en un centro hospitalario y
queda aislado de tus familiares y
amigos. Y si el Covid-19 te ataca duro, pasarás unos días en cuidados
intensivos, entubado y conectado a un respirador artificial. Pero al
recuperarte la comunidad te recibe como un héroe, como un sobreviviente de una
guerrita biológica que se da a nivel microscópico. Es decir, te salvaste de ser
devorado por unas minúsculas partículas infecciosas que te conciben como su
comida.
Sí se corre la
voz de que tienes piojos, en cambio, la gente se alejará cuanto pueda de ti. Y
aunque te sanes por completo, siempre persiste un alejamiento discreto. Es como
si tuvieras una S grande y roja en el pecho, no de Supermán, sino de
sospechoso.
Los piojos
¿Has visto la
hormiguita jibijoa? Los piojos son como las jibijoas, son insectos pequeños que
se hace difícil verlos. Viven chupando la sangre, escondidos y protegidos en el
cuero cabelludo. Descuidar combatirlos puede llevar a que se propaguen a las
cejas y las pestañas.
Los piojos
pueden vivir hasta 30 días. Se reproducen por huevos que, a su vez, suelen
durar más de dos semanas vivos. Los huevos se llaman liendres.
¿Cómo se puede
infectar de piojos una persona?
Hay tres formas
básicas de contagiarse con piojos. 1. Entrar en contacto cercano con una
persona que tenga piojos; 2. Tocar las ropas o tendidos de camas de una persona
contagiada de piojos; y 3. Compartir gorras, sombreros, toallas, cepillos o
peines de alguien que tenga piojos.
Aunque aparecen,
de cuando en vez, muchachos con piojos --principalmente en las escuelas--, ésta
sanguijuela en miniatura es una plaga controlada, como las niguas y las
ladillas. Con todo, desde que le detectan piojos a un niño se arma el
corre-corre en la escuela y en la familia del contagiado.
Una
característica de los infectados con piojos consiste en que si duran mucho
tiempo con ese mal, la burla de la gente los llamará piojosos. Ese estigma del
piojoso suele durar años, inclusive sirve hasta para refrescar la memoria:
--¿Te acuerdas
de Pedro, el indiecito que vivía…?
--Sí, sí,
sí…Pedrito el Piojoso…
Históricamente
la propagación de plagas y epidemias se asocia a las clases sociales bajas,
aquellas que viven con cierto nivel de hacinamiento. Los métodos para combatir
esos brotes, en consecuencia, se convierten en mecanismos de exclusión social.
Hoy día se exige aislamiento social y distanciamiento físico para evitar el
contagio del Covid-19.
Las mismas medidas que adopté en mi niñez para
escapar a los piojos.
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