Por Luis Aníbal Medrano S.
El ilustre, benemérito, Padre de la Patria Vieja, consolador de la logia
afligida y presidente constitucional de la República Dominicana hasta el 16 de
agosto del 2020, licenciado Danilo Medina Sánchez, sin duda alguna ha
demostrado porque sus antiguos adversarios y deportados de su empresa política hicieron
hasta lo imposible para que este no se terciara la ñoña tricolor que le imponen
a los presidentes.
Esos adversarios que en su gran mayoría se mudaron de parcela morada para
hacer uso acomodaticio del axioma de ‘al rey muerto, rey puesto”, en su momento
le metieron el pie al perínclito de Arroyo Cano porque entendían que su
temperamento y su manera de ser eran peligrosos para las aspiraciones de los demás
socios mayoritarios con categoría presidencialista de la empresa morada.
Entendemos que no se equivocaron, los resultados están a la vista de todos,
los acontecimientos de sus gestiones gubernamentales no están divorciados del
presentimiento que embargaba a los acólitos del dominicanyork villajuanero, de
que si lo dejaban subir después no había chance para nadie. Jesús Santísimo,
fueron “boca de chivo”.
Danilo Medina Sánchez, el hasta ahora presidente de los dominicanos, jugó
una parada de doble cabeza con la inaudita y sorpresiva selección del mago
financiero de Barahona como su candidato presidencial.
Lo primero es que al no dársele todas las “truchimacherias” que junto a sus
encumbrados asesores nacionales y extranjeros, tenían que escoger un sustituto
sin la más mínima categoría de líder, creando un Frankenstein presidencial y
venderlo como la opción necesaria. Les salió el tiro por la culata.
Lo segundo es que nadie con sano juicio, con el más elemental de los
conocimientos políticos podría pensar que Danilo Medina pondría en juego su
liderazgo, darse el lujo de perder el control de la empresa morada, siendo este
testigo de causa de lo que le hicieron a Leonel Antonio Fernández Reyna. El
genio de la matica sanjuanero no estaba en caer en ese gancho político permitiendo
que alguien de su variopinto menú de socios presidenciables, con mucho mayor
capacidad que él, le diera por la parte trasera del edificio corporal y lo
mandara al banco de los expresidentes.
Es por eso que, ni tonto ni perezoso trajo por los moños a esa genialidad
de candidatura que el muy bien sabe que ni con combustible especial arrancaría de
manera tal que calara de forma sincera en el sentimiento de los votantes, sin
necesidad de esa grasa especial que significa el uso y abuso de los recursos
del Estado.
Todo eso significa que Gonzalo no es más que un invento malicioso de Danilo
Medina y sus socios y con todas las características de un elemento de
distracción para que el pueblo se olvide de los incontables problemas nacionales
no resueltos durante los veinte años de administración peledeista, buscando que
la población le tome pena al pintoresco instrumento seleccionado por sus requeté
mostrada incapacidad para gobernar un país como el nuestro. Este instrumento
del danilismo asustado es un seguro de vida para el liderazgo del primer
mandatario.
Ahora bien, me preocupa que mucha gente no está atacando al dueño del
circo, que están obsesionados con el payaso contratado, por lo que creemos que
en la recta final del proceso electoral vigente se debe terminar de desmontar
la trama mal disimulada del danilismo gobernante y poder de manera contundente
desalojarlo del amplio y confortable edificio marrón claro de la avenida México.
Aunque me preocupa el silencio de esa corporación política económica morada
amarilla y lo peligroso de que puedan actuar como tiburones heridos en el mar
de la política vernácula, sabiendo el inquilino principal del Palacio Nacional
de que van a perder por que la voluntad mayoritaria del pueblo lo ha decidido así
sin importarle las dadivas gubernamentales disfrazadas de ayudas, cuando
realmente es del dinero de los contribuyentes que eso sale.
Roguémosle a Dios Todopoderoso y misericordioso que se apiade de los
dominicanos y no permita que los que se van no dejen un país económicamente triturado,
o más bien no empeoren con su salida la calamitosa situación nacional.
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