Por JUAN T H
Si usted le
pregunta a una persona residente en los barrios carenciados y en los campos más
lejanos y apartados si Trujillo aún está vivo, lo pensará dos veces antes de
responder. Nadie se extrañará si algunos dicen que lo vio recientemente. “Por
si acaso es un gancho”.
Es famosa la
anécdota del comentarista deportivo que afirmó o que el Licey le había ganado
al Escogido 6 carreras por 5, “según se dijo”. Durante más de 30 años los
dominicanos teníamos un delirio de persecución, con sobrada razón porque no se
podía confiar prácticamente en nadie, ni siquiera en compañeros de trabajo, amigos
y familiares. Los “calieses”, miembros o “pico chata” del Servicio de
Inteligencia nacional (SIM), con sus “Volkswagen” (cepillos) estaban en todas partes. El terror
fue un instrumento al servicio de la dictadura. Como hoy, pero con otros
métodos.
En tiempos de
coronavirus, nadie quiere caer en gancho respondiendo encuestas por teléfono;
es más, ni presencial. Danilo Medina dijo que este era un país de clase media,
que todos los años sacaba un millón de la pobreza, que el crecimiento económico
era superior a los de casi todos los países del mundo, que la desigualdad era
cada día menor, que la inversión en educación daba sus frutos, aunque en los
hechos marchamos hacía atrás porque con el 4% hicieron un “negocio
inmobiliario”, según dijo Raquel Peña,
candidata vicepresidencial del PRM que sabe mucho del tema.
También aseguró
el mandatario que el sistema de salud no tenía nada que envidiarle al de ningún
otro país. Hoy, tras el Covid-19 nos hemos percatado que todo era mentira, que
las cosas eran al revés. Somos un país muy pobre. Las propias autoridades hoy
tienen que reconocerlo. La tarjeta solidaridad subsidian a 900 mil familias,
que multiplicadas por 5 suman 4 millones 500 mil. El programa FASE, 754 mil
familia, por 5, 3 millones 770, el programa “Quédate en Casa” abarca a un millón 500 familia para lo cual se
dispusieron 32 mil millones de pesos. Como puede verse, los números no cuadran.
Una parte del dinero se pierde en el camino, al igual que la gente. Hasta los
muertos durante la dictadura de Trujillo y de Balaguer están calculados, a
menos que no se esté haciendo en la computadora o calculadora de Gonzalo Castillo. (Los números no dan ni
darán nunca, porque es tanto el robo y el despilfarro, es tanta la corrupción,
que jamás lo sabremos)
Como es posible
que en medio de una crisis sanitaria, económica, política y social, con un
gobierno dispuesto a empeña o venderle su conciencia al diablo, tirando la puerta por la ventana, con programa sociales
tan voluminosos que abarcan casi a toda la población, usted ve a llamar por
teléfono para preguntar por quién votará el 5 de julio. ¿Quién será loco para
asegurar que votará en contra de quién le está dando funditas de alimentos, 5
mil pesos o cualquier otra “ayuda”? Es lógico que la mayoría de los
“encuestados”, para no caer en gancho, para que no le quiten la tarjeta
solidaridad, el bono gas, bono luz, etc. Diga que su candidato es Gonzalo;
jamás dirá que Luís Abinader, Leonel Fernández o Guillermo Moreno. (¡Elemental,
mi querido Watson!)
En otros países,
como Estados Unidos o los europeos, las encuestas telefónicas tienen un rigor
científico, una plataforma muy bien diseñada y estructura, manejada por
expertos independientes. No es el caso de la República Dominicana donde casi
todas las encuestas, incluso las presenciales aleatorias están sesgadas por
intereses políticos y económicos. Y más aún, en medio de la hambruna, la falta
de empleo y de seguridad alimentaria y de salud del pueblo que aprendió hace
muchos años a no caer en gancho. Qué un sujeto o una señorita llame para preguntarme, a escasos días de las
elecciones, yo desempleado, recibiendo “ayudas” de un gobierno entregado en cuerpo y alma a Gonzalo
Castillo, ¿qué le voy a responder? (Excúseme de nuevo, repítame la pregunta.
PD: Las
encuestas telefónicas no pueden ser creíbles en un momento determinado porque
los márgenes de error son muy altos, pero sí lo son cuando nuestros intereses o
de los patronos estén por el medio...
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