Por JUAN T H
El Palacio
Nacional se convirtió en el comando de campaña del candidato del Partido de la
Liberación Dominicana, Gonzalo Castillo, poniendo a su disposición más de 900
mil millones de pesos que ha estado utilizándolo a discreción en violación a la Constitución, layes, decretos,
ordenanza y disposiciones legales.
No importa lo
que diga o deje de decir la Constitución y las leyes, pues quedaron abolidas.
Lo que Gonzalo diga es lo que se hace en función de sus necesidades de campaña.
Las Fuerzas
Armadas y la Policía forman parte del comando militar, al igual que el
Ministerio Público en lo concerniente a lo jurídico. La prensa tiene un rol
protagónico en la información y
desinformación, en la difamación y la intriga, en ocultar los escándalos de
corrupción y la infidelidades conyugales, etc.
Con 997 mil 119
millones de pesos, que es el presupuesto de la nación, cualquiera gana unas
elecciones de 7 millones de votantes. Pero Gonzalo parece que necesita no solo
el dinero, sino otras cosas. Anda como loco en las madrugadas repartiendo pan,
arroz, salami, gas licuado de petróleo, pica-pica, huevos, pollo, y no sé cuántas
pendejadas más.
Esta será –sin
duda- la campaña electoral más cara, mucho más que la del propio Danilo Medina,
que Leonel Fernández creó un déficit de 200 mil millones para que le “ganara” a
Hipólito Mejía. Además de los esteroides, el candidato oficialista necesita un
empujón grande en la Junta Central Electoral, no solo en la sede, sino en las
provincias, sus municipios y distrito; necesitará también de la coerción, los fraudes,
la compra de votos, violencia, terror, drogas, narcotráfico, etc.
Con tantos
recursos económicos, un gobierno mega corrupto, sin escrúpulos, puede comprar
las elecciones, vulnerar la voluntad popular y
quedarse en el poder a sangre y fuego. Este pueblo adocenado, envilecido
por el clientelismo miserable, ha demostrado
sus debilidades y falencias a la hora cero. Sobre todo cuando el
liderazgo político no se pone a la altura de las circunstancias.
El plan de
Danilo es quedarse gobernando a través de un mequetrefe, incapaz de discernir
entre lo bueno y lo malo, entre un país del siglo 21 y una aldea del siglo 17,
que no tiene la más mínima idea de lo que es un Estado. El plan de la oposición
debe ser impedir que Danilo y el PLD lleven a cabo su macabra maniobra. Y para
eso es necesario voluntad y disposición.
Precisamos de un
liderazgo dispuesto a jugarse el todo por el todo, no importa el precio que
haya que pagar. (El que tenga miedo que se compra un perro prieto) La historia
de la humanidad “está escrita con hechos y sellada sangre”. Los cobardes no van
a la gloria. De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.
A Danilo y su
PLD hay que derrotarlo en el peor de los escenarios. Un plan de
contrainsurgencia, un plan “B”, tiene que estar diseñado y puesto en práctica.
Siendo que la oposición –toda- está floja, permitiendo que el gobierno violente
todas las normas éticas y morales, sin que la Junta Central Electoral, ni
ningún otro estamento nacional e internacional, lo impidan. Luis Abinader
encabeza todas las encuestas. Si las elecciones fueran hoy, y limpias, ganaría
mucho a poco la presidencia. Pero los comicios no son hoy –aunque falta poco-
no estoy seguro de que sean limpias y libres, como tampoco estoy convencido de
que la JCE y el TSE se empantalonen y utilicen el material colgante que les ha
faltado en muchas ocasiones. Como dijera Juan Bosch hace muchos años: “Aquí
jugamos todos o se rompe la baraja”. Juguemos todos, sí, pero
sin trampa, sin cartas bajo la manga y sin cartas marcadas.
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