POR JUAN T H
(Si
a la gente no la mata el coronavirus, la matará el hambre)
Pronto la
ciencia y la tecnología manejada por científicos y doctores de todo el planeta,
encontraran la manera de frenar el avance mortífero del coronavirus que ha
atacado a casi todos los países del mundo, en mayor o menor escala, generando
un pánico demencial.
El delirio
universal creado por los medios de comunicación de mayor influencia, y las redes sociales, donde suele haber más
mentiras que verdades, más conjeturas,
que ciencia, eleva el nivel de pánico porque la gente, mal orientada,
desinformada o ignorante, cree que el mundo se está acabando.
Una cosa es
cierta: Vamos hacia una crisis económica muy seria, peor, dicen los expertos, que la
del 2008 que provocó el derrumbe de la economía con todas sus consecuencias de
desempleos masivos, hambres y muertes; otros, menos cautos, dicen que la
situación actual será similar a la gran depresión
de 1929 que devastó la economía mundial provocando una pobreza generalizada,
disminuyó la calidad y la esperanza de vida de los ciudadanos, muchos los
cuales pasaron de millonarios a indigentes que terminaban suicidándose.
El coronavirus
no ha sido hasta el momento una pandemia tan peligrosa y mortífera como otras
que ha costado la vida de cientos de millones de personas. No es tan letal como
otras, según dicen los científicos.
Esta nueva
pandemia que se ha difundido por todo el mundo, más en los medios de
comunicación que en los territorios, haciendo más daño la desinformación, la
manipulación y las mentiras que el propio virus. La gente está en shock;
aturdida por el exceso de noticias que aparecen en la prensa escrita, la radio,
la televisión y las redes sociales.
Por su lado los
gobiernos están tomando medidas extrema confinando a los ciudadanos en sus
hogares, en muchos casos sin las debidas precauciones de cuales puede ser las
consecuencias, ignorando que “la cura puede ser peor que la enfermedad”. Enviar
a las personas a sus casas después de declarar un estado de excepción, sin
dinero y sin alimentos, es condenarlos a
la muerte.
Ya hay más de
dos mil millones de parados en el mundo; es gente que se quedó sin trabajo
temporal, parcial o definitivamente mientras dura la crisis que paralizará la
economía de un modo que pondrá en riesgo la estabilidad política y social de
países pobres como el nuestro.
Contrario a
otros países, el presidente Danilo Medina no convocó al liderazgo nacional para
tomar medidas drásticas para una población mayoritariamente carenciada. Entre
el 5 y el 10% está en pobreza absoluta,
según los expertos que aseguran, al mismo tiempo, que la pobreza abarca a más
del 40%. Estamos hablando que cinco millones de dominicanos y dominicanas, poco
más, poco menos, es vulnerable. Y lo que es más dramático: ronda el 60% los
empleados informales; es decir, gente que vive y come del día a día, que le
lleva a su casa “el diario” a su mujer para que cocine.
¿Qué ‘hará el
gobierno con más de 350 mil
“motoconcistas”; con los miles de choferes del transporte público, urbanos e
interurbanos, con los buhoneros,
trabajadoras sexuales, chiriperos, mecánicos, lavadores de auto, amas de casa,
campesinos, venduteros ambulantes, plomeros, electricistas, carpinteros, albañiles,
barrilleros, trabajadores, empleados públicos y privados, de bancos, tiendas,
restaurantes, lavanderías, fondas, salones de belleza, etc., etc.? ¿Los
abandonará a su suerte para que se mueran de hambre en sus hogares junto con
sus hijos y demás familiares? Hablamos de
cuatro millones de personas.
Danilo y Gonzalo
están en campaña electoral: abusiva, oportunista y cretina.
En su
campaña aprovechan el virus para aumentar
el pánico de la población y así tener una excusa que le permita suspender o
posponer las elecciones de mayo que de antemano saben que perderán. Pero, como dice el doctor Eddy Olivares, “el estado de
excepción no anula las elecciones presidenciales, congresuales y municipales”.
¡Y la JCE lo sabe!
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