Por JUAN T H
La República
Socialista de Cuba es un referente universal de sacrificio, entrega,
perseverancia y solidaridad más allá de sus costas. Un país “pequeño y
agredido” como el nuestro, que se ha mantenido desafiando al imperio más grande
y poderoso de la historia, teniendo como arma principal, las ideas. En estos
momentos críticos para la humanidad, quiero dejarlos con el discurso
pronunciado por el eterno Fidel Castro en la Conferencia de Naciones Unidas
celebrada en Rio de Janeiro, Brasil, sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo,
pronunciado el 12 de junio de 1992, que mantiene una tremenda actualidad. Hoy
más que ayer.
“Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer
por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el
hombre.
Ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde
para impedirlo.
Es necesario señalar que las sociedades de consumo son las
responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas
nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a
su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría
de la humanidad. Con solo el 20 por ciento de la población mundial, ellas
consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la
energía que se produce en el mundo. Han envenenado los mares y ríos, han
contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado
la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos
catastróficos que ya empezamos a padecer.
Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de
millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas
especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos
desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar
de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y
saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto.
La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo
necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la
pobreza constituye una violación flagrante de la ecología. Decenas de millones
de hombres, mujeres y niños mueren cada año en el Tercer Mundo a consecuencia
de esto, más que en cada una de las dos guerras mundiales. El intercambio
desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician
la destrucción del medio ambiente.
Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay
que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta.
Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza
y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer
Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente.
Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional
justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin
contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el
hambre y no el hombre.
Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y
no quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y gastos
militares, ¿qué es lo que impide dedicar de inmediato esos recursos a promover
el desarrollo del Tercer Mundo y combatir la amenaza de destrucción ecológica
del planeta?
Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la
insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde
para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo. Gracias”.
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