POR ROLANDO ROBLES
<<…sigo buscando a “Sentido Común”, pido a mis
amigos que, si saben de su paradero, me lo informen. Como sospecho que murió,
tengo un ramo de flores en el baúl del carro, para ponerlo en su tumba cuando
sepa el nombre del cementerio.
El problema es que van camino a marchitarse pues, al
invierno le queda poco tiempo y la primavera, con este cuento del calentamiento
global, no garantiza que pueda servir de cuarto frío, tan vital para lo
capullos.
Muchos creen que soy medio estúpido. Porque todo el
mundo sabe que, en realidad, “el sentido común es el menos común de los
sentidos”, tal y como dice el viejo refrán.
Piensan que el tal Sentido Común ese, a quien Henri
Berguson (premio nobel) definió como “la facultad para orientarse en la vida
práctica”, no es mas que un fantasma que merodea en la mente de los humanos.
Nadie lo ha visto, aunque todos creen que siempre les acompaña…>>
Lo que acaban de leer es un texto de la autoría de Ricardo Viloria,
una de mis más finas fuentes de conversación y espero que no se moleste por
hacer público sus cavilaciones, sin previa autorización. El caso es que, esto
me cae como anillo al dedo, por algo que quiero contarles.
Después de los acontecimientos de octubre 6, sentí que mi panorámica
visual-en el sentido político- había cambiado; en uno y otro sentido. Y lo que
es peor aún, empecé a ver “detalles marginales” sobre la coherencia del
discurso, especialmente, si se trata de volver al poder.
Justamente, al hacer públicos mis pareceres, en relación con el
escenario que despuntó con la división del PLD y la formación del nuevo partido
que surgió a resultas del cisma, empecé a notar las discordancias que surgen en
un proceso que, aunque es muy ordinario en nuestro país, la mayoría de los
participantes desconocíamos.
Supongo que será por la edad, me siento afectado del molestoso hábito
de buscar, incesantemente, respuestas a preguntas que no se me han hecho. Una y
otra vez vuelvo a revisar acontecimientos y reacciones que nadie me ha
planteado. Hechos que, sin embargo, están ahí, a la vista de todos. Sólo que,
parece como si estuvieran sucediendo -los hechos- en otra dimensión, muy
diferente, en tiempo y espacio, a la que nosotros vivimos.
Ese desfase entre el pensamiento humano y el discurrir del tiempo,
bien pudiera deberse a la ausencia del “sentido común”, tal y como sostiene mi
amigo Ricardo Viloria. Pero, cuidado, no podemos confundir el fenómeno, con ese
otro, que los especialistas en conducta humana, llaman “locura”.
La locura, como tal, es un “accidente cerebral” que puede tocar a
cualquier ser humano o animal. Su origen puede ser hasta intra-uterino, lo que
le da carácter de fortuito y, por tanto, involuntario. Pero el acontecimiento al
que me refiero, es otra cosa; es unúltimo y desesperado intentoporvolver a
administrar el presupuesto nacional.
Lo que está sucediendo es un acto voluntario y planificado; que un
equipo de personas inteligentes o “think tank”, pone en la escena pública, con
el objetivo de recuperar el poder perdido en los avatares de una lucha política
que, nunca se imaginaron pudiera llegar hasta los niveles de confrontación que
existen hoy.
Pero veamos ahora algunas dicotomías, tan propias de esos momentos en
que la vida nos pone en la encrucijada de “abordar el último tren”; son esos
casos en que luchamos por volver atrás las agujas del reloj, aun sabiendo que
el tiempo -ese monstruo incontrolable- transitaúnicamente en una sola vía.
La primera: es imposible imaginar que en pleno siglo XXI, usted pueda
dar comienzo a un proyecto político colectivo, con el nombre de una persona en
singular. Juan Pablo Duarte, por ejemplo, empezó con “La Trinitaria”, aunque
los dominicanos, en reconocimiento a su desprendimiento y valor personal, años
después, y con gran orgullo, hablemos del “Patricio”y del “Pensamiento Duartiano”.
Otra: si el 50% de la gente que conforma la nómina del nuevo proyecto
-al decir de sus propios dirigentes- no viene de las filas del “antiguo” PLD,
¿Cómo explicar que la dirección operativa de sus organismos, esté controlada en
su totalidad, por los tradicionales ex dirigentes peledeístas que tuvieron que salir
de su viejo partido?
Y los que no fuimos peledeístas nunca, ¿para qué contamos?
Probablemente, la respuesta se encuentre en ese aporte genial que hace
mi amigo Ricardo y que sirve de título a este trabajo: ¿Dónde estará el
conocido “sentido común” que, suponíamos moraba en la mente de todo ente
político, especialmente de sus dirigentes?
Una más: conformar un nuevo proyecto, con los mismos dirigentes y con
los mismos estilos de trabajo del partido que usted recién abandona, como que
no presagia resultados diferentes a los que motivaron su renuncia. Y los
“novatos” que pensábamos en un nuevo orden político, tristemente hemos de
inferir en que: “no hay nada nuevo bajo el sol”
El populacho o vulgo, infinitamente sabio e irreverente, es seguro que
encontrará alguna expresión menos eufemística y mas fácil de entender que esta
famosa sentencia que abotona el párrafo anterior.
Y como Jerónimo de Estridón, en su célebre Vulgata del siglo IV,
pondrá las cosas en términos más llanos y fáciles de entender. Adivino que me
dirá algo así como: Robles, te volviste a
equivocar, es verdad que brilla, pero no es oro puro, es sólo “goldfilled”
¡Vivimos, seguiremos disparando!
Comentarios
Publicar un comentario