Por Miguel Ángel
Cid Cid
La Policía
Nacional y el Ministerio Público se presentaron, aquí en Santiago, el pasado 29
de enero, al Bulevar de los Artistas. Con excavadoras, y toda la parafernalia
para la ocasión, comenzaron a destruir pilotillos y adoquines de la vía
peatonal. Los vecinos no pudieron decir nada. No porque eran mudos, sino porque
no podían creer lo que justo estaba pasando frente a sus ojos. Las autoridades
alegaban, a los que se atrevieron a preguntar, que el Tribunal Constitucional,
mediante sentencia, había ordenado despejar la vía para el tránsito de
vehículos y estacionamientos.
El alcalde de la
ciudad, Abel Martínez, de inmediato se desvinculó de la acción anticultural y
la calificó de vandálica. Para que nadie tuviera dudas, el Alcalde convocó de
urgencia el Concejo de Regidores del Ayuntamiento para el jueves 30 de enero
para darle salida al conflicto. En la sesión extraordinaria de ese jueves 30,
los regidores decidieron restablecer el Bulevar de los Artistas. Y más,
decidieron ampliar el tramo peatonal de la calle Benito Monción hasta la calle
El Sol.
Y es que la
promoción del arte y la cultura en la mayor parte de los países tercermundista,
más en República Dominicana, es visto con sospecha por los organismos del
Estado.
Sin embargo, en
la generalidad de las ciudades centenarias de América, existe un centro
histórico, alusivo a los orígenes de las respectivas urbes. Se puede visitar
Cartagena de Indias, en Colombia; En Panamá encontramos a Porto Belo; en Cuba
es famosa la Habana Vieja, entre otras muchas. En cada caso, estos centros
urbanos datan de los tiempos de la colonia y por tanto son cuidados con esmero
por los gobiernos.
El uso de estos
espacios es diverso. Allí convergen arquitectos, ingenieros, cientista sociales
y artistas de las diferentes manifestaciones del arte. Los museos y centros
culturales abundan en estas viejas ciudades. Incluso, a una parte de ellas la
Unesco les ha dado categoría de “patrimonio arquitectónico e inmaterial de la
humanidad”. La ciudad Colonial de Santo Domingo se cuenta entre ellas.
Yo pregunto, con
todo respeto, ¿acaso el Centro Histórico de Santiago de los Caballeros es menos
histórico que los ejemplos citados?
El asunto del
Centro Histórico de Santiago no puede ser reducido a evaluar si es menos o más
histórico que otros centros similares en el área. Lo que sí se puede ponderar
es la escasa atención que los gobiernos le ponen al cuidado del patrimonio
arquitectónico de Santiago.
Los centros
históricos citados gozan de múltiples espacios de promoción cultural y de arte.
En Santiago acontece todo lo contrario. Los espacios culturales y artísticos
están siendo sacados del Centro Histórico. Sobreviven en el área el Palacio
Consistorial y el Centro de la Cultura, ambos medio muertos por falta de
atención. Casa de Arte, la emblemática Avant Art institución cultural, apenas
respira.
La
escuela de Bellas Artes nos brinda una privilegiada perspectiva de lo que se
pretende hacer hoy. En los años 80 del siglo XX, Balaguer la sacó de la casona
en que funcionó desde sus inicios para dar paso a la construcción del Centro de
la Cultura de Santiago y la reubicó en la calle General Cabrera, detrás de la
Catedral. Tiempo después, la escuela fue desalojada, e instalada en la Av. Juan
Pablo Duarte, próximo al Ayuntamiento local. La nueva expulsión se debió a que
el gobierno de turno donó la edificación colonial donde funcionaba la escuela
de Bellas Artes al Arzobispado de Santiago.
Resulta
inexplicable la destrucción del Bulevar de los Artistas. Porque el periódico
Diario Libre informó, el 5 de febrero, que el Tribunal Constitucional desmiente
que haya ordenado la destrucción del Bulevar de los Artistas. “El comunicado, dirigido a la comunidad
jurídica y la sociedad en general, se refiere a la sentencia TC/0222/18, que
responde a un recurso de revisión de la sentencia de amparo interpuesto ante el
que buscaban el restablecimiento de la circulación vehicular por la calle
Benito Monción”.
Aclara que en la
citada sentencia, “el TC aclaró que solo
determinó remitir el asunto a otra jurisdicción, sin otorgar ganancia de
causa a ninguna de las partes
involucradas” señala el TC vía Diario Libre.
Ahora que el TC
y el Ayuntamiento se desvinculan del acto vandálico, ¿qué pasará con los
responsables de semejante arbitrariedad?
¿Actuaron los
policías, el Ministerio Público y la dependencia de Obras Públicas en Santiago
por su cuenta? ¿Hubo grasitas de por medio?
¿Cuáles
intereses movieron la voluntad dañina de varias dependencias estatales a
cometer el acto de destrucción sin percatarse de la falsedad de la sentencia?
Santiago espera
la respuesta.
Mientras tanto,
me apunto con Joaquín Sabina.
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