Por JUAN T H
Es el presidente
Danilo Medina, no Leonel Fernández, quién tiene la solución a la crisis por la
que atraviesa el Partido de la Liberación Dominicana que arrastra a todas las
fuerzas políticas del país. Es Danilo, no Leonel, quien tiene un impedimento
constitucional para relegirse. Fue Danilo, junto con Leonel y los demás jeque
árabe del Comité Político quienes aprobaron el vigésimo transitorio que
exclusivamente le impide a Danilo ser candidato a la presidencia y
vicepresidencia para las elecciones venideras. Ese acuerdo lo firmaron todos;
ahora Danilo y su grupo se niega a cumplir lo pactado. El conflicto queda
resuelto si Danilo, que tiene el candado y la llave también, desiste de sus
ambiciones continuistas. Solo tiene que decir que cumplirá su palabra. Permitir
elecciones libres y transparentes donde el que ganó, ganó, y el que perdió,
perdió. Y colorín colorado…
Lo diré de
nuevo: el gobierno podrá comprar a todos los legisladores de su propio partido
y de la oposición para reformar nuevamente la Constitución y legitimar la
reelección del presidente, y fracasará.
Podrá reunir un
cuórum de un cien por ciento, gastar, no cientos, sino miles de millones de
pesos en el Congreso, pero no conseguirá corromper y manipular la voluntad del
70% de la población que según 15 encuestas no quieren que el mandatario se
mantenga en el poder más allá del año próximo.
La gente no
quiere la reelección. ¡Y Danilo lo sabe! Insistir es una locura resultado del
pánico que produce la incertidumbre del que lo tiene todo y corre el riesgo de
perderlo y quedarse triste y solo en el desierto.
Solo el intento
de “perpetuarse en el poder” como sugiere alevosamente la hermana (oídos, voz y
ojos) del mandatario, provocará una
repulsa colectiva que puede desencadenar en una poblada sangrienta que conduzca
el país hacia el abismo terminando con la precaria paz y la caricatura de
democracia que aún existe.
Los actores
fundamentales que desde su liderazgo rechazan el continuismo no se quedaran cruzados de brazos. Actuaran llamando a
protestas con movilizaciones, paros, huelgas, caminatas, etc. La desobediencia
civil será un hecho. Si Danilo sigue con sus planes, el PLD entrará en una
crisis sin retorno. El sector que encabeza Leonel Fernández no puede dar marcha
atrás. Está obligado a continuar defendiendo la Constitución a toda costa.
Hacer lo contrario sería catastrófico. Leonel perdería todo valor. Su propia
gente lo abandonaría. Continuar defendiendo y protegiendo la Carta Magna, como
un principio invariable, es una obligación. Ceder sería traicionar a los demás
y traicionarse así mismo.
El PRM, de su
lado, tiene que jugar su rol opositor
anti reeleccionista. Debe ser el primero en levantar la bandera del combate en
todos los escenarios posibles, tanto nacionales como internacionales, sin
importarle lo que ocurra en el PLD; si se divide o no, si se matan entre ellos
o sobreviven. Ese es, y no es, su problema. Puede coincidir con Leonel y su
gente, incluso unirse coyunturalmente con un objetivo común que es impedir la
reelección, pero no depender de ellos en la acción. El PRM tiene que ser
vanguardia, no retaguardia. Su táctica, al igual que su estrategia tiene que
estar claramente definida. La táctica no puede tragarse la estrategia como ha ocurrido
en ocasiones. Stalin decía que la táctica es lo que antecede a la acción. Y es
cierto.
La situación
política es muy compleja. Nadie sabe con certeza lo que sucederá en los
próximos días. El PRM y los demás partidos opositores tienen que unirse y estar
preparados para cualquier eventualidad,
porque el horno no está para galletitas. (“Una chispa puede incendiar la
pradera”)
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