Por JUAN T H
Este país es un
hospital psiquiátrico. Todos estamos desequilibrados mentalmente,
diagnosticados o no. el caso es que todos necesitamos con urgencia un grupo de
siquiatras o psicólogos que trate
nuestros males sociales. Sé que muchos
necesitaremos camisas de fuerzas y algunos hasta terapia electroconvulsiva para
aliviar nuestros males.
El gobierno está
integrado por psicóticos, esquizofrénicos
delirantes con una identidad disociativa, bipolares, depresivos con
grandes ansiedades y discapacidades intelectuales, cleptómanos y
mitómanos por conveniencia, mitómanos profesionales con dislexia selectiva y trastornos neurocognitivos graves curables con
20 o 30 años en la cárcel y el despojo de sus bienes mal habidos.
Hace muchos
años, cuando apenas terminaba el bachillerato, trabajé como “terapista
ocupacional” en el hospital psiquiátrico Padre Billini, mejor conocido como “el
28” por estar ubicado en el kilómetro 28 de la carretera Duarte. Nunca sospeché
que 40 y tantos años después vería el país convertido en un manicomio similar,
pero de 48 mil kilómetros cuadrados.
¿Qué es un país
sin Constitución, sin leyes, sin fiscales, sin jueces, sin justicia, donde la
gente no tiene respeto por la gente, donde “na e na” y “to e to”? ¿Qué es un
país donde más de cuatro millones de vehículos, incluyendo más de dos millones
de motociclistas sin “papeles” de ninguna clase conducen de manera violenta y
atropellante, donde la luz roja del semáforo parece decir: “acelere hasta que
choque y mate a alguien? ¡Una locura! ¡Un
infierno!
Lo que ocurre en
la Junta Central Electoral, violando la Constitución, desacatando sentencias
del Tribunal Superior Electoral, inventando un voto de arrastre que no existe
en la Carta Magna, que dispone la compra de aparatos eléctricos que luego es
cuestionada, que no da pie con bola, que no gana credibilidad en la población,
¿acaso no es una locura? Podrá la JCE, con todos los problemas que tiene organizar unas elecciones diáfanas en medio de la
incredulidad ciudadana y el control del PLD? ¡Ni locos!, dijo otro loco, que
soy yo.
Lo que sucede en
el PLD, con Danilo comprando otra vez la reelección al precio que sea sin medir
las consecuencias políticas, económicas y sociales, es fruto del miedo, que lo
llena de un estrés que necesita ser medicado por el doctor César Mella o
cualquier otro profesional de la
conducta humana. Esa ansiedad patológica es altamente preocupante. Leonel
Fernández no está más cuerdo que Danilo. No lo crean. Nadie sabe cuál de los
dos precisa de un terapeuta con mayor premura. La cordura no está guiando los
pasos de ninguno de los dos. ¡Están locos de remate!
En 12 años
Leonel no hizo lo que ahora promete. En 8 años Danilo no hizo lo que prometió en
cuatro. 20 años entre los dos gobernando un país con una pobreza moral que solo
podrá salvar un cambio político transitorio que termine con el modelo
clientelar y corrupto que ambos han impuesto. Intentar mantener el control del
país, cualquier de los dos que sea, es una locura. Votar por cualquier de los
dos es masoquismo, muestra de que el pueblo está tan loco que no distingue entre el bien y el mal.
Nadie, en su sano juicio, puede echar un voto por el PLD aunque el candidato
sea el Papa o Jesucristo que resucite.
Si hacemos una
panorámica, una vista de 360 grados veremos que nada funciona como dice la
ley, que todo marcha manga por hombro,
que el caos es total, que parecemos una sociedad de salvajes, de enfermos
mentales que no entendemos que estamos
en la cuarta revolución industrial, con un desarrollo exponencial de la ciencia
y la tecnología que nos deja cada vez más desquiciados, enjaulados con alambres
de púas electrificados.
Yo estoy loco,
tú estás loco, todos estamos locos. El
país es un manicomio donde estamos internados; los del Palacio Nacional y del
PLD, en cuidados intensivos, con generales activos y retirados para evitar que
se escapen.
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