Por Miguel Ángel Cid Cid
En ocasiones, la gente del interior visita Santo Domingo, más de uno se
pregunta, ¿dónde puedo almorzar como en mi casa? Igual, los extranjeros buscan un espacio
para comer en confianza. Entre las mejores ofertas está “La Fábrica
Contemporánea”.
Luego del primer vistazo, al entrar puede pensarse que la casona aún
está en reparación. Otros, afirman que está en remodelación permanente. Los más
creativos, al vuelo caen en la cuenta que están en un espacio trabajado con la
mano. Sin pedir explicaciones, saben que están en una Fábrica de reciclado y aprovechamiento de
los recursos que la gente desecha con frecuencia.
Hay quienes lo califican, como un restaurante. Un amigo, lo define
cariñosamente como el “restaurancito”. Nada de eso, “La Fábrica Contemporánea”
es un pequeño espacio polifacético, es decir, que promueve la diversidad.
Durante la mañana, luce como una casa vieja, llena de barricas y
paletas de madera desechadas. En los árboles, se divisan fragmentos de galones
plásticos simulando máscaras pintadas con acuarela. Eso sí, antes del mediodía
se produce la catarsis.
En efecto, “La Fábrica Contemporánea”es un espacio del que se
desprenden otros espacios en diferentes momentos del día y la noche.Por
momentos,es el lugar idóneo para poner en circulación un nuevo libro, un
poemario, o un ensayo.
Si quieres, puedes participar en el Conversatorio “Las Mil y una Noche”,
la “Tertulia al revés” o aprender idiomas en las “Clase de Creole, Francés e
Inglés”.
Los viernes, son de karaoke, cervezas, tragos y picaditas. Si eliges
cenar, solo el bolsillo puede impedírselo, en fin los viernes son noches de fiesta
y de ritmo candente.
Las mutaciones de La Fábrica, varían según el momento. Unas veces te
ofrece el “Coloquio Mujeres RD” y una Tertulia para tratar sobre diversos temas
políticos y literarios. En cualquier hora del día, se aprecia una exposición de
dibujos o de pintura colgada en planchas de zinc acanalado.
En un rincón, te ofrecen collares, pulseras, llaveros y otras prendas
para el recuerdo. Una de las salas, tiene un anaquel surtido de libros leídos
una y otra vez. Si quieres, puedes llevarte el libro que guste a cambio de que
cuando vuelvas lleves otro para mantener surtido el librero.
A propósito, ahora recuerdo que le debo un libro a “La Fábrica
Contemporánea”. La deuda la contraje por una revista de las de FUNGLODE que me
regalaron.
¡La improvisación anda siempre suelta!, se pasea de un lado al otro de
“La Fábrica Contemporánea”. Inclusive, hasta en los planes elaborados con
seriedad se percibe un dejo de espontaneidad. Tanto es así, que el menú diario se
diseña por inspiración, es decir, depende del estado de ánimo con que amanezca
Ana Virginia.
La variedad del día, se lee en una diminuta pizarra de cartón piedra
colocada en la acera, recostada en la verja de la casa, y escrita a mano con
tizas de colores. Antes de entrar usted decide que va a almorzar.
Si no te apetece lo que está en la pizarrita y quieres conocer el
lugar, como pasó conmigo la primera vez, puedes entrar y pedir la carta. Bien
puedes degustar un manjar suculento o un plato exuberante de insecto.
La propia Fábrica Contemporánea, se define como un “Espacio para el
Arte, el Buen Comer y Compartir…”. También, “es el sueño realizado de las
artistas Ana de León y Ángela Tavárez”.Aclaramos, que Ángela anda en busca de
otros sueños.
El mobiliario, incluyendo el más mínimo detalle“son hechos a mano con
materiales reciclados, somos un centro de gestión cultural, sano, lleno de
amor, amistad, respeto, alegría, música, libros, arte, mascotas educadas y
exquisita comida”. Se localiza en la calle La Dánae, próximo a la Avenida
Independencia, Gazcue.
La Fábrica Contemporánea, es un collage donde los rechazos de la gente
se transforman en obra de arte.Los objetos hechos aquí, tienen su propio
discurso, Ana Virginia los organiza y conjuga en la construcción de la
filosofía de “La Fábrica Contemporánea”.
A su pesar, nadie pierde su identidad en la Fábrica, cada quien
conserva intacto su propio decir.
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