Por JUAN T H
Es cierto que
“familia es familia” y que una persona no tiene nada más importante en la vida que su familia; porque
es ella la que suele estar a tu lado cuando llegan las enfermedades, los
fracasos y las decepciones que van dejando los amigos, la que te sufre y llora,
la que te acompaña hasta el cementerio con un dolor que no le cabe en el pecho.
La familia y la
política no siempre van de la mano.
El político cuando
llega al gobierno tiene que mantener la familia y los amigos lo más lejos
posible para cumplir con el mandato ético de la ley que condena el nepotismo, los malos entendidos,
prevaricación, dolo, estafa, robo y hasta asesinatos amparados en el poder.
Sé que es
difícil alejar a los hermanos, hermanas, tíos, cuñados, primos, “hermanos de
crianza”, compañeros del colegio y la universidad, “amigos de toda la vida”, novias,
amantes, etc., en un país donde el Estado es una piñata que se reparte cada
cuatro o cada ocho años. (Dependiendo)
Cuando alguien llega
a la cima del poder, no quiere bajar. Quiere seguir “subido en el palo”, chupar
hasta agotarse la teta del Estado. La corrupción deja de tener límites y es
necesario mantenerse arriba para evitar consecuencias desagradables en los
tribunales de producirse un cambio político decente.
La declaración
jurada de bienes que hace el presidente y sus funcionarios, al entrar y salir
del cargo, también debe abarcar esposa, suegra, hermanos, cuñados, primos, y amigos
convertidos en testaferros. (Sé de hijos, hijas de ex presidentes, esposa,
hermanos, amantes, primos y amigos millonarios; personas pobres antes de
sacarse la lotería política)
No es mala idea
investigar a los presidentes, familiares y amigos más íntimos, tan pronto
terminan sus mandatos. (Amigos, relacionados, amantes y chapeadoras, bien
podrían pasar por Impuestos Internos o por el departamento de lucha anticorrupción a
tomarse un cafecito)
El nepotismo, es
condenado por la Constitución. Pero nadie, incluyendo el Presidente, la cumple.
“Será sancionada la persona que proporcione ventajas a sus asociados,
familiares, allegados, amigos o relacionados”.
Letra muerta;
palabras que el viento se lleva entre visitas sorpresas, decretos, canonjías,
coimas, sobornos, regalos en sobres lacrados, etc.
Me lleno de
espanto cuándo me entero de algunos negocios con instituciones del Estado de
familiares, relacionados y amigos del
presidente Danilo Medina. No es ninguna novedad, al contrario, es lo que ocurre
siempre o casi siempre. Es una cultura anterior a la dictadura de Trujillo,
donde el nepotismo alcanzó su mayor dimensión.
Es loable que un
hombre o una mujer amen a su familia, que sea leal y solidario con los amigos,
que los ayude en todo momento de dificultad, pero no a costa del gobierno,
porque entonces es un delito sancionado por la Constitución.
Los presidentes
dominicanos creen que el país le
pertenece, que pueden disponer de sus recursos de la mejor o peor manera. El
presidente es lo más cercano o parecido a Dios; omnipresente y poderoso; todo
lo sabe y todo lo ve. Está por encima del bien y del mal. La familia, amigos y
relacionados del Dios Danilo lo integran
ángeles y arcángeles que pueden disponer de las instituciones públicas para su
beneficio sin ninguna consecuencia porque el poder es para usarlo y porque las
oportunidades son calvas.
PD: Este artículo fue escrito antes de
que Lucia Medina, ojos, oídos y voz del presidente, según sus palabras, invitara
a los empleados públicos a trabajar por una reelección prohibida por la
Constitución que ella como diputada, y su hermano como Presidente, se supone
son garantes.
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