¿Cuál es la conexión entre Danilo y Jean Alain?



POR ROLANDO ROBLES       

Ahora que la primavera está a la vuelta de la esquina y que el invierno trata de recuperar -con bastante éxito, por cierto- su orgullo perdido en un fin de año que, a todos nos pareció una extensión del mes de Octubre, es propicia la ocasión para quedarse en casa hasta el anochecer.

Mirar por la ventana la nieve, en su lento viaje hasta el pavimentado suelo, tumbarle unas treinta o cuarenta páginas al libro de turno, Rapsodia del Crimen, del siempre bienvenido a casa, Tony Raful; degustar no se sabe cuántas tazas de Habanero Expreso, el café favorito de doña Maritza, la “Dama de Seda”, hacen del día, el escenario perfecto para replantear la pregunta sin respuesta, que aguijonea a medio mundo.

¿Qué diablos de relación hay entre Danilo Medina y Jean Alain Rodríguez, su cuasi Ministro de Justicia?

Porque a la vista de los que vivimos por acá, un hombre práctico como lo es el presidente actual, difícilmente acepte cargar una cruz tan pesada; especialmente porque todos sabemos -o nos han contado- de los “rapa polvos” que él les ha dado a varios funcionarios cuando se tornan torpes y producen ruidos innecesarios o solicitan cosas no programadas.

Los muchachones del exterior, básicamente los del área de Nueva York, han sido los más “beneficiados” de los desplantes del Jefe. A veces, los ha enviado a “freír tuzas”, cuando le piden de más; otras, no les permite ni acercarse a su despacho. Pero la demostración más evidente de ese “cariño gitano” del presidente, para con sus compañeritos de partido en NYC, es que en ninguna de las visitas que ha hecho a la ciudad (4 o 5) durante su mandato (seis años hasta ahora) ha cruzado la 59 street.

No visitar, ni de relajo la comunidad dominicana, puede que no sea más que una banalidad, si es que así se califica mi cita, pero, se cree que es debido a que su partido, no ha podido ganarle a la oposición siendo él candidato; pero sí lo hizo (su partido) cuando la boleta la encabezó Leonel Fernández. Dicen las malas lenguas -que no son pocas en el exterior- que eso es lo que “enculilla” a Danilo con los que vivimos en NYC, incluidos los peledeístas.

Yo no estoy tan seguro de la explicación, pues él tiene un trofeo mayor que exhibir en la vitrina, y es que jugando de “home club”, Danilo ha sacado más votos (62%) que Juan Bosch (58%) y que Leonel(57%) y eso era lo que interesaba. Entonces, ¿qué importa que no haya podido ganar en un estadio particular “en la ruta”? Pero, además, ¿qué tanto le ha interesado la Comunidad del Exterior a Danilo Medina, a la luz de nuestras demandas y de las respuestas de su Gobierno?

Pero dejemos ese estadio y volvamos a la pregunta inicial, porque, a fin de cuentas, no todos los dirigentes peledeístas de NY están “bajiados”. Hay algunos de ellos que saben muy bien cómo sobrevivir, pero, hay otros que no conocen ni el ABC del antiguo y fino arte de boyar. La solución, me dijo un chusco, está en el hecho de entender esta sentencia: “el mundo no es de los mejores sino, de los que se saben acomodar”

Será muy difícil descifrar la “juntiña” de Danilo y su Procurador, por los precedentes que tenemos. Su molestia con su gente de Nueva York, que ya citamos y no se justifica, es de un nivel muy diferente. Sin embargo, el asunto con Leonel Fernández, le ha dolido tanto al presidente, que hasta se desdobló y con la excusa de que “el Estado lo venció” aquella vez, ha barrido el piso con la honra de su antiguo jefe y cachanchán.

Estos ejemplos demuestran que el sanjuanero, es de San Juan, con todas sus implicaciones. Ahora, lo que no cuadra (o tal vez, sí cuadre) es lo que sucedió con su antiguo asistente personal, amigo de antaño, hombre de extrema confianza y encargado de Aduanas, o sea, un hombre “del círculo monetario más íntimo”, el científico Fernando Fernández.

En este caso, el presidente Medina se ha hecho el “chivo loco”, está ciego, sordo y mudo, ni se ha enterado, de las descargas en su contra del antiguo y cercano colaborador. Y aunque, no pretendemos que el señor presidente actúe contra nadie, porque tiene los juegos pesados, si nos sorprendemos de su chulería muda y nos preguntamos ¿por qué será? 

Así que, echadas las paladas de cal y las de arena y observadas algunas muestras del “cariño” y la “tirria” del presidente para con sus compañeros de partido, retomemos el asunto del Procurador General, siempre con la intención de desentrañar las reales motivaciones de estas barrabasadas públicas o más bien, bellaquerías políticas, que parecen contar con el respaldo definitivo del jefe.

Supongamos que los motivos de estos dislates puedan explicarse con la famosa sentencia aquella que reza; “el fin justifica los medios”. Entonces hay que ver que el “daño” debe ser mayúsculo, porque los intentos de remediarlo, o sancionarlo o simplemente encubrirlo, ha devenido en una gran cruzada que casi iguala la inquisición, aunque el Torquemada sea, en este caso, un jovial hombre, de sonrisa y cara frescas, que parece haber salido de la chistera del mago mayor.

Lo único que podemos, es seguir el hilo del enfrentamiento entre la juez Germán Brito y el jefe del Ministerio Público. Ella criticó el expediente de Odebrecht y le hizo recomendaciones al fiscal, y eso parece que molestó al muchacho. Pero, ¿por qué?, si eran consejos sanos, profesionales, de un lince (en este caso hembra) de los escondrijos judiciales y/o legales.

La neta, como dicen los mexicanos, eso nunca lo voy a entender. ¿Qué tiene de malo que te digan que vas por mal camino? ¿Será que tú eres tan ñoño, de verdad? o ¿Será que tú quieres seguir por ese camino errado? ¿Para qué abortar el proceso? ¿Para qué se estén tranquilos los que dicen que el problema real está en las sobrevaluaciones de los proyectos, no en los 92 milloncitos que le dieron a Rondón en 15 años? ¿Quién aprobó finalmente las adendas para encubrir las sobrevaluaciones? ¿Juancito Trucupei? No, definitivamente No. Esa decisión no la toma (por el monto) ni siquiera un Ministro.

Como pueden notar, en este lío de las motivaciones, solamente tengo preguntas. Y muchas más tengo cuando pienso en la conexión entre el Procurador y el Presidente.

¿Por qué el Presidente le aguanta tantos “errores” al Procurador? ¿Serán errores o poses? ¿Qué hay entre ellos? ¿Quién tiene agarrado por el pichirrí a quién? ¿Será que se “la van” el Procurador y Danilo? ¿Por qué se “la van”? ¿Desde cuándo son tan enllaves? ¿Serán familia? ¿Qué clase de familia? ¿Cercana o lejana? ¿De sangre o de circunstancias? Alguien sabe, más o menos, ¿cuándo lo quitará Danilo? ¿O será que no lo quitará? Dígame usted.

Preguntas, solo preguntas. Y nadie me ayuda a encontrar respuestas. Mas luego, cuando algún samaritano (bueno o malo) me ayude a entender este galimatías, volveremos con el tema.

¡Vivimos, seguiremos disparando!

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