Por JUAN T H
La mayoría de
los jueces le temen al poder político que los designa, los valora y los
desvalora, los sube y los baja, en función de su desempeño, no jurídico, sino
político partidario.
El Partido de la
Liberación Dominicana, así como tiene el control del Congreso envileciendo a
los legisladores corrompiéndolos con prebendas millonarias para que apruebe o
desapruebe proyectos, resoluciones y leyes, de ese mismo modo controla la
Judicatura.
El Consejo Nacional
de la Magistratura, dirigido por Danilo Medina que cuenta la mayoría de sus
integrantes incluyendo al Procurador General de la República, es una vergüenza.
En ese Consejo se hace lo que decida el presidente. Nadie llega a las “Altas
Cortes”, ni a ningún lado sin la anuencia del mandatario.
Los magistrados
no actúan en función de lo que dice la ley o establece la Constitución. Tienen
miedo de ser cancelados, trasladados o degradados.
La estructura
judicial creada por el PLD es, al igual que el gobierno, política y corrupta.
Los jueces están
entrampados en redes mafiosas políticas y económicas que tienen en sus manos su
suerte. (La carrera judicial es un engaños. La preparación académica, la ética,
la capacidad y el trabajo, es decir, el desempeño, no tienen el mayor valor.
Los mediocres, los incapaces, los pusilánimes mequetrefes, esos son los buenos,
los que escalan en las cortes)
La Constitución
le asigna un presupuesto al poder judicial, pero es el presidente quién tiene
la última palabra.
Y como si eso no
fuera suficiente, los jueces son perseguidos por los medios de comunicación que
suelen presionar en un sentido o en otro. El populismo judicial es terrible. He
llegado a la conclusión de que muchas sentencias se dictan en las redes
sociales, en los periódicos, radio y televisión.
El caso de Blas
Peralta es un ejemplo. Estuvo condenado a 30 años antes de que subiera a un
tribunal. Ministerio Público y medios de comunicación lo declararon culpable de
asesinato, no de homicidio. La diferencia entre una cosa y la otra es mucha.
(No estoy diciendo que Peralta sea inocente. No creo que lo sea, incluso)
La “presunción
de inocencia” es un principio que existe sólo para políticos, funcionarios y
empresarios de gran influencia que pueden pagar los abogados más costosos y que
además tienen sus propias bocinas en la prensa.
Con fiscales
adocenados, politizados y muchas veces corrompidos y jueces arrinconados por el
Ejecutivo, chantajeados muchas veces por el populismo mediático, es poco lo que
se puede hacer para que la ley sea la que se imponga en todos los casos.
Díaz Rúa puede
obtener un permiso para viajar a España en medio de un proceso judicial. Es
imposible, en cambio, que un Juan de lo Palote consiga permiso para ir al
hospital Moscoso Puello. Muchos reclusos pobres mueren en las cárceles por
falta de atención médica.
Será muy difícil
condenar a los imputados del caso Odebrecht o de los aviones Tucanos, como no
fue posible condenar a Félix Bautista y otros políticos llevados a la justicia,
debido al poder que tienen; pero es muy
fácil condenar a 30 años a un “pobre diablo”.
La justicia no
es equitativa ni justa en la aplicación de las leyes; más bien es clasista. De
los casi 30 mil presos que hay en el país más del 98% son pobres, preventivos
por demás. En una cárcel para 800 personas hay ocho mil, hacinados, viviendo
como animales. A los grandes los envían a cárceles especiales con televisores
plasma de 60 pulgadas, aire acondicionados, inversores o
plantas eléctricas y celulares para que
estén permanentemente comunicados. Reciben visitas diarias de sus amigos,
hijos, esposas y amantes.
Debe producirse
un cambio político para que haya un cambio
en el aparato judicial. La judicatura tiene que ser independiente
económica y políticamente para que se haga justicia en todos los casos, no en
algunos. Para que todos seamos iguales, y no que unos iguales sean más iguales
que los demás.
Con el PLD en el
poder no es posible en la judicatura. Con el PLD en el gobierno la corrupción y
la impunidad continuaran reinando en el sistema de justicia. Y los jueces
seguirán teniendo miedo.
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