Por JUAN T H
La Iglesia Católica
realizó una concentración masiva frente al Congreso para oponerse, en cualquier
circunstancia, incluyendo “las tres causales”, al aborto, bajo la hipócrita consigna
“salvemos las dos vidas”, algo que en determinadas ocasiones es científicamente
imposible.
Sin embargo, los
religiosos no protestan frente al Palacio Nacional para exigirle al gobierno un
aumento sustancial del presupuesto, preferiblemente un 5% del PIB, para
invertirlo en salud como solicitan organismos internacionales y el Colegio
Médico Dominicano, lo cual sí salvaría las vidas de hombres, mujeres, niños y
adolescentes.
Los cristianos
tampoco se movilizan frente a la Catedral Primada de América para exigir
justicia frente a los sacerdotes acusados de violaciones de niños y niñas, que
ocurren frecuentemente en el país. (Los pederastas con sotanas son una plaga)
Debieron ir en
masas con sotanas, trajes blancos y negros, en señal de luto, al ministerio de
Salud Pública ante el aumento de las muertes de miles de niños y niñas en
nuestras maternidades, convirtiendo al país en el número uno del continente
detrás de Haití, uno de los países más pobres del mundo.
Deben
concentrarse en el Palacio Nacional por las muertes en intercambio de disparos
con esa institución de más de500 jóvenes de los barrios pobres todos los años.
¡Pero no!
Por lo menos la Iglesia
Católica debió hacer una nota de prensa mostrando su rabia divina ante la
información de que dos mil 835 niños menores de un año, el 83% neonatos, habían
muerto pudiendo ser salvados. ¡Pero no!
La Iglesia Católica
defiende a rajatablas la vida de los que no hay nacido; no la de los que nacen,
en la mayoría de los casos sin más futuro que la cárcel o la muerte temprana.
(A la iglesia no les importan; son “los nadies”, que como dice Eduardo Galeano,
“valen menos que la bala que los mata”)
No he visto aún
la condena al ministerio de la mujer de parte de la “Santa Iglesia”, la misma
que parió “La Santa Inquisición”, por los asesinatos de mujeres a manos de sus
parejas o ex parejas. Más de cien mujeres mueren todos los años a manos de los
hombres. Los seguidores de Cristo no se enteran siquiera.
(Y lo entiendo. Las
mujeres son seres inferiores para la iglesia católica. Las considera
responsable de la tragedia humana por haber convencido al estúpido de Adán de
comerse la manzana prohibida; por eso las mantienen relegadas al papel de
“monjas”, jamás de sacerdotisas o incluso Papa)
En la iglesia
católica las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres. La igualdad
de género no existe en la “Iglesia Católica, Apostólica y Romana”, sobre todo
si son pobres. Por eso arremete contra el aborto que las condena a morir. Las
mujeres ricas abortan en los mejores centros de salud tanto del país como del
extranjero. ¡Y ellos lo saben!
Hasta hace poco,
30 millones de niños y niñas pobres morían en el mundo, en la mayoría de casos
antes de cumplir los cinco años, de enfermedades perfectamente curables. (Las
bombas personales, las guerras, los bombardeos, los matan junto con el hambre y
la falta de atención medica adecuada) La cifra ha bajado, pero sigue siendo
alarmante para un mundo globalizado con avances exponenciales en la tecnología
y la ciencia. (La Iglesia no se concentró nunca frente a la Casa Blanca, ni
ante la sede de las Naciones Unidas ante esa monstruosidad)
Apoyar el
aborto, con o sin las tres causales, es respaldar a la mujer pobre que no tiene
acceso a la educación y la salud. Parir o no parir es una decisión de las
mujeres, no de los hombres. Ellas tienen el derecho a decidir cuándo y cuántos
hijos quiere tener.
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