Por Miguel Ángel Cid Cid
El joven Alfred Alan llegó a República
Dominicana en busca de la democracia ilusoria y de la bonanza económica, emigró
desde la Cuba revolucionaria.Según Alfred, en Cuba escasea la libertad, por eso
vino aquí, en busca de la libertad de expresión, de poder decir lo que quiera y
sin importar de quien se hable. La agonía deAlfred y su hermano, que también emigró
junto a él, inició al percatarse de la ilusión que le vendieron, incluso, en lo
concerniente a la mejoría económica.¡Esa es la agonía de los inmigrantes!
En efecto, casi siempre el migrante se siente como un extraño en el
país donde vive y ha pasado muchas veces más de la mitad de su vida. En un
ensayo titulado “El Extranjero”, del
periodista mexicano Jorge Ramos, publicado en Gatopardo.com, aborda parte de
las razones intangibles que motivan la migración.
-- No es por falta de
oportunidades ni una queja. Es, más bien, una especie de desilusión. Jamás me
imaginé que después de 35 años en Estados Unidos iba a seguir siendo un
stranger para muchos. Pero eso soy --, dice Jorge Ramos.
Podría decirse que en Estados Unidos sentirse extranjero es parte de
la naturaleza de sus ciudadanos. Esto así, porque EEUU es un país de
inmigrantes, ahí“…casi todos somos
inmigrantes o descendientes de extranjeros y eso siempre ayuda para saltar
fronteras…”, considera Ramos.Y concluye, “Nada de esto, por supuesto, borra de dónde vengo”.
En consecuencia, EEUU es una nación multicultural, donde su gente está
acostumbrada a los otros y hay poca resistencia a lo diferente. El estigma del
extraño, ser el otro es casi imperceptible en un país tan diverso como lo es
Estados Unidos.
La revista National Geographic, en la celebración del habitante siete
mil millones de la tierra definió la sociedad de hoy como una sociedad de
migrantes. Con todo y eso, la vida de los inmigrantes “es binacional y transnacional”. “Soy, simultáneamente, mexicano, estadounidense, latino, extranjero,
inmigrante, emigrante, chilango y, sin duda, muchas cosas más. Es decir, para
muchos soy el otro”, afirma Ramos.
Entre las otras cosas más que es Jorge Ramos, simbolizando el inmigrante,
están la de “mal oliente o hediondo como
les dijo Donald Trump en su momento a los mexicanos”. Además, “son puercos sucios para otros, criminales y
violadores, vagos y vividores, etc.”, en fin, los epítetos y estigmas son
infinitos.
En ese trance, Alfred pasó de ser un joven militar con rango de
oficial en Cuba a convertirse en un simple obrero en República Dominicana. Sí,
el coronel trabajó durante 16 meses como supervisor de una fábrica procesadora
de plátanos, papas y otros rubros para producir mercancías basadas en grasa
saturada. Los propietarios de la industria son familiares cercanos de Alfred y
su hermano Manuel, mismos que los convencieron de venir aquí a encontrarse con
la gloria.
Los ojos de Alfred brillaban y las lágrimas rodaban por su mejilla
mientras narraba la historia.
-- Oiga Miguel, durante ese año
y medio mi hermano y yo no podíamos salir ni a la acera del frente, eso estaba
prohibido para nosotros. Lo peor de todo, es que ese personaje es tío de
nosotros y según él, lo que está haciendo es ayudándonos a superarnos. Más vale
que nos hubiéramos quedado en Cuba --, contó Alfred con lágrimas en los
ojos.
Usted amigo lector, se estará preguntando y con razón:
¿Por qué Alfred y su hermano Manuel no se regresan a Cuba, qué les
impide volver?
Para el inmigrante, volver a su casa original se convierte en una
obsesión, es como un circulo donde das vueltas sin encontrar un norte. En
efecto, cuando Donald Trump expulsó a Ramos de la rueda de prensa, al salir, un
seguidor del entonces candidato presidencial de EEUU lo increpó y le dijo, “Lárgate de mi país”.--Todavía escucho esa frase con absoluta
claridad, como si viviera en un lugar específico de mi mente--, afirma
Jorge Ramos.Y continúa, --Los inmigrantes
no se van porque quieren. Son casi obligados a convertirse en extranjeros en
una tierra nueva. Algo muy poderoso los expulsa y algo igualmente fuerte los
atrae a otro país--.
Si esa agonía siente Ramos, un privilegiado de la inmigración,
imaginen las peripecias que sufren los extranjeros sin abolengo como son Alfred y su hermano Manuel. Peor, piensen en
lo que pasa por la cabeza de un haitiano en República Dominicana.
“No hay nada más extraordinario
que la decisión de migrar, nada es más extraordinario que la acumulación de
emociones y pensamientos que llevan a una familia a decir adiós a la comunidad
donde han vivido por siglos, a abandonar viejos vínculos y rincones familiares,
y lanzarse a través de mares oscuros a una tierra extraña”, expresó John F.
Kennedy.
Miguel Ángel Cid
Twitter: @miguelcid1
12septiembre 2018
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