Por
Miguel Ángel Cid Cid
El
periodismo estuvo de fiesta el miércoles 5 de abril, recién pasado. La
celebración del día del periodista, estuvo matizada por una sensación de
alegría y tristeza entre los profesionales y aficionados del ejercicio
comunicacional. La dicotomía surge, por un lado, al ver morir los símbolos del
periodismo dominicano, y por el otro, pasan los usurpadores del medio, con
ínfulas de prestancia y genialidad, bañados en millones a costa de vender su
pluma y castrar la criticidad.
En
efecto, el Dr. Rafael Molina Morillo, falleció el pasado domingo a la edad de
87 años. La Cámara de Diputados, se limitó a dedicarle un minuto de silencio en
una de sus sesiones de debate. En cambio, el tristemente célebre, Juancito de
los Santos, alcalde y rifero de Santo Domingo Este, luego de ser asesinado, el
mismo congreso dictaminó tres días de duelo nacional.
Se
recuerda, que en días recientes, asistimos al deceso del legendario periodista
Ramón Arturo Guerrero, y meses atrás, sucedió lo propio con Lipe Collado, una
gloria de la enseñanza periodística.
El
momento es propicio para resaltar que el periodismo no se limita a la simple
información, la visión del comunicador va más allá. Informar sobre los hechos, es la tarea
inmediata del periodista, el asunto está, en cómo suplir esa información en un
tono positivo. Cuando el reportero te dice qué sucedió ayer u hoy, llama a tu conciencia
y funge como un orientador que advierte tus próximos pasos. El periodista es el
motor de la opinión pública y se constituye en testigo de la historia.
En
el marco del Quinto Festival de la Comunicación, la veterana Altagracia Salazar expresó, “Es para defender
derechos que sirve el periodismo”.
El
periodista Darío Caminero, escribió en su cuenta de Twitter,“¡Se Podrá ser
justo, pero no independiente, objetivo, pero no imparcialla labor periodística
es más compleja que como el mundo la ve!”.
En
general, hay legiones de profesionales de la comunicación que ejercen con
lucidez, que son verdaderos quijotes del oficio. Con todo y ello, hay quienes
cubren con un manto impúdico el quehacer periodístico.
Peor
aún, los principales medios de comunicación se prestan a la falsa, pretendiendo con ello, hacerse alegre a los intereses
espurios del Poder político. Los propietarios de las empresas periodísticas, se
resisten a ver los límites éticos del arte de servir información para alimentar
la responsabilidad ciudadana. Tienen el poder que genera la información en sus
narices, y cierran los ojos para tomar las migajas de la corrupción y la
impunidad.
En
consecuencia, a ese poder mendigado se resistió el Dr. Rafael Molina Morillo,
sin insultar, denunció los excesos del gobierno y los desatinos de la oposición
en cada momento. A pesar de su apego al periodismo como energía vital del
cuerpo social, el Dr. Rafael Molina Morillo, gozó del respeto de los sectores
más poderosos de la nación.
El
momento es para resaltar la gloria del deber cumplido. Injusto sería dejar de
regocijarse porque unos cuantos cobran en dólares como embajadoresen Europa y
siguen en el país tan campantes (…). De modo, que ser periodista honesto,
transparente y defensor de los derechos ciudadanos es motivo de honra. Asumir
el periodismo como el camino de un quijote, podrá llevarte a la tumba sin
dinero acumulado. En cambio, dejarás un tesoro imperecedero a las generaciones
futuras. De igual modo, quienes acumulen oro, solo abonaran el odio entre sus
sucesores.
Sea
pues, ejemplo a seguir el sacerdocio periodístico de Molina Morillo, Arturo
Guerrero, Lipe Collado y los muchos que le antecedieron en el camino al
sepulcro.
Miguel Ángel Cid
Twitter:
@miguelcid1
6abril 2017
Comentarios
Publicar un comentario