De la pandilla a estrella de la NFL, el
crimen y suicidio en la cárcel
Por Miguel Cruz Tejada
En la celda
donde se ahorcó, se encontró una biblia abierta con el versículo 36 de Juan,
“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”, que él se escribió
en la frente con un marcador rojo antes de suicidarse.
NUEVA YORK._ Aunque la vida
le dio la oportunidad de oro, el ex súper estrella del equipo de fútbol
americano New England Patriots (Patriotas de Nueva Inglaterra), Aaron
Hernández, la desaprovechó.
Después de ser un connotado
miembro de la sangrienta pandilla “The Bloods” (Los Sangrientos” en
Connecticut, donde nació el 6 de noviembre de 1989, Hernández de padres
puertorriqueños, que estuvo mezclado en actividades criminales como parte de la
ganga, definió vocación por el fútbol, mostró sus habilidades, fue enrolado en
equipos locales y el estatal y sobresalió en campeonatos nacionales de la
Asociación Nacional de Fútbol Aficionado (NCCA), siendo instrumental en el
triunfo de Los Gators, dio posteriormente el soñado salto a profesional de la
NFL, siendo escogido por los Patriots y brillando como Ala Cerrada en las
sucesivas victorias del conjunto de Nueva Inglaterra.
Llegó incluso a conseguir un
contrato de $40 millones de dólares, después de ser una pieza clave en el
triunfo de su equipo para ganar el Súper Bowl de 2011.
Se convirtió entonces en uno
de los jugadores más idolatrados y del cual, los millones de residentes en
Nueva Inglaterra, se sentían orgullosos.
En su tercer año, se había
convertido en una estrella, ganando el Premio John Mackey, que se otorga
anualmente al mejor equipo estatal de la nación.
En 2010, fue elegido por los
New England Patriots en la cuarta ronda y, a pesar de ser el jugador más joven
de la NFL, se convirtió inmediatamente en un jugador clave en el equipo
dirigido por Tom Brady.
En 2011, los Patriots
llegaron al Super Bowl, perdiendo 21-17 ante los New York Giants (Gigantes de
Nueva York), pero contando con la destreza de Hernández, se sobrepusieron y
lograron el trofeo.
Su camino de permanecer en
la cima y la idolatría, parecían estar definidos.
Pero en agosto de 2013, dos
años más tarde de su gloria, cruzó de nuevo la línea del crimen, fue arrestado,
acusado y enjuiciado por el asesinato de su amigo afroamericano Odyn Lloyd, un
jugador amateur de futbol americano.
En el juicio, en el que
incluso su ex novia declaró en su contra, fue declarado culpable de asesinato
en primer grado y condenado a cadena perpetua.
Estando en la cárcel, una
investigación lo vinculó a los asesinatos del hispano Daniel Abreu y el
portugués Safiro Furtado, a quienes según los fiscales, asesinó en una calle
luego de discutir con ellos en el lounge “Cure”, ambas víctimas, alegaron los
fiscales, habrían derramado alcohol encima de Hernández por lo que decidió
liquidar a los dos hombres.
Fue absuelto la semana
pasada por esos homicidios y cuando se creía que su estabilidad emocional, tras llorar en la corte, volvería a él, llegó
la noticia de su impactante y trágico final.
Pero sus antecedentes no
comenzaron ahí.
En la Universidad de
Florida, Hernández estuvo involucrado en varios presuntos raspones con la ley,
incluyendo una pelea de bar, el uso de marihuana y luego fue visto como una
posible persona de interés en un tiroteo 2007 sin resolver en Gainesville.
EL SIMBOLO DE LA GANGA
Mientras era juzgado,
Hernández, quien no lo había hecho desde su arresto, enseño en su cuello el
símbolo de la pandilla “The Bloods”, siendo fotografiado por la hambrienta
batería de medios que cubrieron el juicio.
Tenía puesta una camiseta de
cuello bajito y redondo, por lo que no pudo ocultar su antecedente de
pandillero y el tatuaje que le hicieron en la prisión estatal de máxima
seguridad en Massachusetts, donde estaba confinado.
El tatuaje dice
"LIFETIME LOYALTY " (Lealtad Por Siempre) y se refiere a su sentencia
de por vida después de ser encontrado culpable de asesinar a Odin Lloyd o su
compromiso de toda la vida con una pandilla.
El dibujo también tiene una estrella
de cinco puntos debajo de las letras y es el signo de la pandilla The Bloods,
lo que llevó a muchos a confirmar su pasado pandillero.
El tatuaje agrega un cráneo y una tela de araña en la parte
inferior.
LA DOBLE VIDA DE UNA ESTRELLA
Mientras sobresalía en el
terreno y la publicidad mediática, llevaba una oscura y doble vida que incluía
seguir andando con miembros de pandillas, ataques de violencia y, finalmente, el
asesinato de Lloyd que lo llevó de por vida a la cárcel.
El miércoles por la mañana,
Hernández fue encontrado ahorcado con la sábana de su camastro en su celda del
Centro Correccional Souza Baranowski, en el poblado de Shirley de
Massachusetts.
Los fiscales dijeron que la
hambrienta estrella de la NFL había disparado a los hombres por derramar una
bebida en él en un club nocturno.
El jurado dio su veredicto
hace apenas 5 días, el 14 de abril de 2017, declarándolo no culpable del doble asesinato, pero no hizo mucha
diferencia en su futuro, ya que estaba cumpliendo cadena perpetua por la muerte
de Lloyd.
Mientras Aaron estaba en la
cárcel, los Patriots ganaron dos Super
Bowls, incluyendo el de 2016-17, en tanto su ex súper estrella languidecía en
los barrotes.
EL SUICIDIO
A las 3:05 de la
madrugada del martes, las autoridades de la prisión dijeron
que encontraron a Hernández muerto a causa de un aparente suicidio y colgando
en su celda. El descubrimiento fue hecho horas antes de que sus ex compañeros de equipo, visitaran la Casa Blanca para ser
felicitados por el presidente Donald Trump por ganar el Super Bowl este año.
REACCIONES
Muchas personalidades,
fanáticos comunes y especialmente sus antiguos compañeros de escuelas y
universidad en Bristol (Connecticut), lamentaron la muerte de Hernández,
incluyendo al padre de Abreu, quien le dijo al periódico Boston Globe ayer
miércoles, que ese no era su deseo.
“Nunca pensé que Aaron
Hernández, pudiera despreciar y rechazar su propia vida”, dijo Salvatore
Furtado, padre de una de las dos víctimas por la que el atleta suicida fue
enjuiciado.
El papá del portugués
asesinado, estaba en la oficina de su abogado, William T. Kennedy, para
rechazar el veredicto de los jurados en favor de Hernández.
“Cuando Dios creó a la
gente, les dio el mandamiento de respetar la vida", dijo el señor Furtado.
Ernesto Abreu dijo que no
sintió ninguna satisfacción con la
muerte de Hernández, porque ello, no
resucitará a su hijo de la tumba.
"Cuando me desperté
esta mañana, revisé el internet, y me enteré que se había suicidado", dijo
Abreu, de 61 años, el miércoles al Boston Globe.
"No estoy contento con
su muerte. En realidad es una vergüenza. Cualquier pérdida de vidas es una
vergüenza. Creo en dejar las cosas en las manos de Dios”, señaló Abreu.
PIE DE FOTO
NUEVA Aaron Hernández, en su
época de oro con los Patriots de la NFL. En recuadro, los tres asesinados que
se le achacaron y el tatuaje de la pandilla “The Bloods” a la que perteneció. (Fotos
NFL, AP y vía facebook)
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