Por
Luis Aníbal Medrano S.
A los seres
humanos se les forja con ciertos ideales difíciles de desprenderse de ellos,
son como parte intrínseca de sí mismo y aunque el ambiente en que desarrolle
todas sus actividades les haga engavetar esos ideales, tarde o temprano la
ebullición natural de las enseñanzas se inicia como por arte de magia, es como
decir que el León manso con la selva sueña.
Es verdad
irrefutable que los malos ejemplos de políticos han inducido a la
despreocupación del pueblo, que gobiernos que sembraron esperanzas en la
juventud la defraudaron, que gobernantes que teorizaron en demasía y utilizaron
las necesidades del pueblo para llegar, tiraron al zafacón sus planteamientos
para pasar de autoproclamados mesías a simples vulgares depredadores del erario
público.
A pesar de todo
eso, soy de lo que creo que todo no está perdido y que tal parece, como lo está
indicando los acontecimientos políticos, el pueblo dominicano está despertando
y los guasones y titiriteros que creen que somos borregos de un rebaño autómata
se van a llevar tremenda sorpresa en las próximas elecciones de mayo 15.
Yo creo en el
cambio, yo creo en ese cambio que proponen dos personas jóvenes de edad pero
adultas de conocimientos, capacidad y voluntad de hacer lo que se tiene que
hacer para que el país recobre el valor de nación que le corresponde y que corsarios
de nuevo cuño le han arrebatado sin misericordia alguna.
Yo creo en el
cambio que los dominicanos en su inmensa mayoría está reclamando en cada
rincón, paraje, distrito municipal, municipio y provincia de la República
Dominicana, reclamando una nación vivible para todos, no para un comité
político encumbrado en una vulgar camorra que un día decidió robarse el país
amparado en mentiras, aberraciones, insultos a la inteligencia del pueblo y
otras tantas razones más.
Yo quiero un
país donde la salud, educación, alimentación, energía eléctrica, seguridad
ciudadana, oportunidad de empleos y la seguridad jurídica no sea una utopía
remota, y máxime cuando se observa con rabia cuando los que ostentan la
conducción del Estado tienen todo resuelto por su meteórica forma de adquirir
sus fortunas multimillonaria.
Yo quiero un
país donde las mujeres no sean presentadas como simples objetos sexuales por el
propio gobierno, donde los jóvenes de ambos sexos no se tenga que prostituirse
para poder cubrir sus necesidades perentorias porque sus padres no tienen los
recursos económicos mínimos para cubrirselas,un
país donde los valores y costumbres de una sociedad decente puedan ser
retomados.
Yo no quiero
nada imposible, son cosas que pueden lograrse con voluntad política, con firme
decisión, con ganas de aportar y no de quitar, es por eso que creo que el país
necesita, merece, amerita, requiere, de manera urgente un cambio.
Los dominicanos
y dominicanos ya estamos saliendo del “amemamiento” y estamos decididos a
lograr ese cambio y eso queda demostrado en cada actividad en la que participan
los candidatos del cambio: Luis Abinader y Carolina Mejía.
Soy en cierto
modo atrevido al hacer un pedido al honorable benefactor de un grupito,
consentidos de travesuras de todo tipo, mentiroso en demasía, irrespetuoso de
la inteligencia de los dominicanos y por sobre autor de la más aberrante cadena
de endeudamiento estatal, a que reconozca su derrota, que de una vez y por toda
entienda que el pueblo no lo quiere, que los promotores de su reelección están
llevando al país a un despeñadero de consecuencias inimaginables.
El
autor es político, municipalista, periodista y locutor residente en Nueva York.
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