Por Miguel Ángel Cid Cid
El Partido Fuerza del Pueblo está inmerso en su primer
cónclave que denomina Congreso del Pueblo “Profesor Juan Bosch”. Cualquiera
pensaría que la agrupación busca la bandera del boschismo, con la clara
impronta moral que ello implica. Pero esas comillas resultan sospechosas.
Consecuentemente, su objetivo principal declarado es
alcanzar el poder de la nación. Mientras tanto, en lo inmediato, es luchar por
una buena parte del pastel presupuestario. De ahí se entiende el grito al cielo
por la decisión de la JCE de declararlo como partido minoritario.
Y es que la Fuerza del Pueblo es un nido de
contradicciones. Se define como un partido progresista que procura transformar
la sociedad para ponerla a tono con la democracia y el pensamiento colectivo de
la humanidad. Pero la Fuerza Nacional Progresista, el PLD, el PRM, entre otras
organizaciones políticas dominicanas, también se definen como progresistas.
¿Cuál sería entonces la diferencia entre el progresismo
de la FP y las demás agrupaciones partidarias?
La organización propugna, según el artículo 1 de sus
estatutos, “por un sistema de convivencia social basado en la libertad, la
justicia, el humanismo, la solidaridad, la equidad, la igualdad y la más amplia
participación democrática, así como por la eficiencia de los servicios y la
distribución justa de las riquezas que genera el país, en beneficio de las
mayorías”.
El eclecticismo terminológico lo único que produce es
confusión, una cantinflada que lo quiere decir todo, para al final no decir
nada.
La FUPO se presenta, por ejemplo, como un partido
moderno. En la práctica, que es la madre de la verdad, en la agrupación sólo
tiene derecho a ser presidente del partido y candidato a la primera
magistratura de la nación una sola persona. Y esa persona es el Dr. Leonel
Fernández Reyna, el líder y guía. ¿No es esto puro caciquismo viejo que teme
decir su nombre?
El partido FP es tan moderno que 121 de los dirigentes lo
serán sin tener que competir por ello, resultado de un acuerdo de venta. Esto
sin contar los peledeistas tránsfugas que también tienen aseguradas sus
jefaturas sin buscar un solo voto.
La equidad de género es otra de las líneas de acción de
la Fuerza del Pueblo.
No cabe duda de que el partido quiere conectar con los
modismos de la actualidad. Ahora bien, de cincuenta y cinco secretarías, sólo
diez la encabezan mujeres. Las restantes cuarenta y cinco corresponden a los
hombres, sin contar la Secretaria General y la Presidencia. ¿Las secretarías de
las mujeres son las de mayor acumulación de poder? Veamos:
Secretarías de Ética, de Transparencia y Rendición de
Cuentas, de Desarrollo Humano y Social, de Estrategia Nacional de Desarrollo,
Secretaría de Niños, Niñas y Adolescentes, la Secretaría de la Mujer. Además,
las Secretarías de Discapacidad, de Educación Superior, de Asuntos
Comunitarios, de Educación, y la de Migración y Extranjería. Ésas las encabezan
mujeres.
A los hombres, en cambio, les corresponden las áreas de
verdadero poder. Por ejemplo, la Secretaria General, la de Organización, de
Energía y Mina y la de Formación Política, son sólo una muestra.
El principio de honestidad, por otro lado, es guía de los
pueblistas. La honestidad consiste en ponerse en el lugar hipotético de la
propia vida futura, y elegir no hacer o decir nada que cuestione el honor de la
familia. Esto suena muy lindo. Pero cuando vemos hacia el pasado, encontramos
los Súper Tucanos, La OISOE, y una estela de actos de corrupción perpetrados en
los gobiernos de Fernández. Lo mejor de todo es que los peledeistas que
siguieron al líder y guía ahora privan en ser los más honestos de la bolita del
mundo.
En fin, la Fuerza del Pueblo, en el artículo 2 de sus
estatutos, se erige como una reserva que se propone continuar las tradiciones
de lucha histórica del pueblo dominicano por la soberanía nacional. Pretende
completar la obra de la gesta independentista del 1844, y la Restauración de la
República. Pero hace poco celebraron ferverosamente la intervención de Mike
Pompeo cuando llamó a Danilo Medina y lo puso cloro. Perdón, claro.
Comentarios
Publicar un comentario