Por Miguel Ángel Cid Cid
Los publicistas
y especialistas en propaganda establecenque repetir en demasía el nombre de lo que se quiere rechazar, surte
un efecto contrario al que se pretende. De ser así, los contrarios a Gonzalo
Castillo pueden estar afilando cuchillo para su propia garganta.
Durante las primarias
se llevó a cabo un descomunal despliegue de propaganda tratando de desacreditar
a Gonzalo Castillo. Y el resultado es historia.
Las
consecuencias de la derrota de Fernández se conocen de sobra. Para qué les
cuento. Lo que resulta interesante es saber quién diseñó la estrategia de
descredito a Castillo. Y quién hace lo mismo ahora. Lo que sí se ve a leguas es
que la campaña negativa de este momento contra Castillo es idéntica a la
anterior.
¿Será que no
aprendieron la lección? ¿Será que se le secó la vena de la creatividad? ¿Será
que les resulta imposible diseñar una estrategia de propagada positiva? Y
cuando digo positiva, léase por favor, propositiva.
La gama de
dirigentes políticos contrarios a los morados se pasan los días y noches hablando
de las cualidades negativas del candidato.
Las redes sociales están saturadas de memes cebándose con las “gonzaladas”,
como suelen decirle a las supuestas metidas de pata del “Penco”.
El Penco
“Ese es un penco de candidato, él fue quien
debió hablar aquí… no lo dejamos para protegerlo”, dijo el Presidente Danilo
Medina refiriéndose a Gonzalo Castillo. La afirmación de Medina se produjo
mientras disertaba en el cierre de la Asamblea de Dirigentes que celebró el PLD
luego de la huida de Leonel Fernández. Desde ese mismo instante se desató una
ola de definiciones académicas del término “penco”.
--Que penco es un caballo flaco y cansado, que
en el sur penco significa algo grande y poderoso, que penco puede tener ambas
características…--, y así continúan sin descansar.
Una simple
mirada al cumulo de opiniones sobre Gonzalo, (el Penco) es suficiente para caer
en cuenta de la forma denigrante utilizada al hablar de Castillo. Se dice que históricamente
es el más bruto de todos los aspirantes a la presidencia. Otros afirman que el
penco en vez de hablar rebuzna.
A Nadie en su
sano juicio se le ha ocurrido recordar que todavía en agosto Gonzalo Castillo
se desempeñaba como el flamante ministro de Obras Públicas. Recordar que su
gestión ministerial era valorada como muy buena. Incluso, para muchos sirvió de
ejemplo para demostrar que lo primordial en un ministro es tener capacidad
gerencial.
¿Acaso ser buen
gestor no es una de las cualidades que deben adornar a un aspirante a la
presidencia de la república? ¿O será que a los partidos políticos dominicanos les
importa un bledo el debate de los grandes problemas del país?
Lo paradójico de
esta descarga de propaganda negativa radica en que, los que se hacen eco de
ella, son precisamente los defensores de la inclusión. La gente que envía memes negativos, excluyentes y
denigrantes a la condición humana, son los que luego te dicen que rechazar una
persona por su condición es muy malo.
Gonzalo tiene la
genialidad de reírse de él mismo, “yo soy
Gonzalo, su candidato, el Penco”, repite en sus actividades. Y ni así se
dan cuenta de lo ineficaz que resultan sus burlas.
Pero hay algo que
debe quedar clarito. Nadie puede pedirle a usted votar por una persona que
representa intereses contrarios a los suyos. Nadie puede juzgar a sus
semejantes solo por su forma de hablar, sin darse cuenta que “en el horno se verá / que todos somos
iguales”.
Pienso que los
partidos políticos están a tiempo de reorientar sus estrategias de campaña
hacia un enfoque positivo. Promover no solo las cualidades personales de sus
respectivos candidatos, sino también, cuáles son sus propuestas a los urticantes problemas
nacionales, sus programas de gobierno, etc. Ahí es donde debía centrarse el
debate político.
A los que
dirigen esta propaganda errónea les haría bien recodar lo que sucedió con
Hipólito Mejía y Donald Trump cuando fueron víctimas de campañas similares. Si los
enemigos de Gonzalo Castillo siguen por ese derrotero, terminarán con el “Penco” sentado en la silla de alfileres.
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