Por Guillermo Moreno
Con Odebrecht se produjo, al más alto nivel del Estado, una alianza con esta empresa extranjera para desarrollar un esquema de corrupción trasnacional.
Durante años padecimos la corrupción de los gobiernos
reformistas y perredeístas que, comparada con la de los peledeistas, parece
juego de niños.
Los gobiernos del PLD hicieron estructural la corrupción
en el país. No hay una sola actividad económica en el Estado donde, directa o
indirectamente, algún funcionario peledeista no reciba beneficios ilícitos,
incluyendo los casos de pago de altos peajes por cuenta de protección para
actividades del narcotráfico y lavado de activos. Sin dudas es el proceso de
acumulación más intenso hecho por una fracción política gobernante, en la
historia del país.
Con Odebrecht el PLD llevo la corrupción a un nuevo
estadio. Se produjo, al más alto nivel del Estado, una alianza con esta empresa
extranjera para desarrollar un esquema de corrupción trasnacional.
En un país sin institucionalidad como la RD, quien coopta
a su favor al primer mandatario de la nación, en los hechos se apodera del
Estado. Y es que en los hechos, el Presidente de la República tradicionalmente
actúa por encima de la legalidad. Es él quien realmente decide las asignaciones
de las obras públicas, controla al Congreso Nacional, para que le apruebe el
Presupuesto, préstamos y contratos, muchas veces sin leerlos. Y qué decir del
poder judicial y del Ministerio Público garante de la impunidad y controlados
también por el Ejecutivo.
Odebrecht inicio sus operaciones en el país en el
gobierno de Hipólito Mejía con dos obras de infraestructura por un monto total
de US$480 millones, una con INAPA y la otra en la CEDEE, dirigidas entonces por
Roberto Rodríguez Hernández y César Sánchez, respectivamente. En los gobiernos
de Leonel Fernández, entre el 2006 y el 2012 se concertaron, 9 obras de
infraestructura con Odebrecht por un monto ascendente a US$1,541.3, en siete de
las cuales intervino Víctor Díaz Rúa, Ministro de Obras Públicas y en dos de
ellas Radhamés Segura y el Ing. Mariano Germán, por la CDEE e INAPA.
Con Danilo Medina, la relación de Odebrecht se inició
desde que éste era candidato a la presidencia. Odebrecht, para asegurarle el
triunfo y la continuidad del PLD en el Estado, le aportó como asesor a Joao
Santana, especialista en la “perversión” de procesos electorales y con basta
experiencias en AL. En publicaciones hechas en Brasil, ha salido a relucir que
Odebrecht hizo aportes directos para financiar la campaña de Danilo Medina a la
presidencia e incluso se identifica que el dinero se depositó en la cuenta
“hellbil Finanzas”, utilizada por la empresa para esos fines. Se atribuye
también a Odebrecht el pago de legisladores para modificar la Constitución de
la República e introducir la reelección a favor de Danilo Medina.
Por tanto no es casual que en los gobiernos de Danilo
Medina, en 4 años, se han concertado obras de infraestructura por un monto de
US$2,274.00. En todas intervino el actual Ministro de Obras Públicas, Gonzalo
Castillo, a excepción de uno concertado con la CDEE, representada por Rubén
Bichara.
Sin lugar a dudas, de todos los contratos con Odebrecht
en los gobiernos de Danilo Medina, la “joya de la corona” es el de la Central
Termoeléctrica de Punta Catalina. La propuesta de Odebrecht no solo superaba en
más de mil millones de dólares el monto de la propuesta presentada por la
empresa china Gezhouba-IMPE sino que esta última tiene experiencia en la construcción
de este tipo de planta termoeléctrica, lo que no tenía Odebrecht. La
irregularidad de la asignación resultó tan evidente que dos miembros del Comité
de Licitación no firmaran el documento de precalificación. Estos fueron, el
Ing. Ramón Antonio Flores y el economista Isidoro Santana, actual Ministro de
Economía y Hacienda. A los otros miembros del Comité se les vincula al gobierno
de Danilo Medina.
Funcionarios de la empresa han admitido ante la justicia
norteamericana haber entregado sobornos a funcionarios dominicanos, entre 2001
y 2014, por el monto de US$92 millones y obtenido ganancias ascendentes a los
US$163 millones.
El panorama descrito revela que el Estado Dominicano ha
estado intervenido y puesto al servicio de las prácticas corruptas de esta
empresa trasnacional y de los intereses de gobernantes y políticos extranjeros.
¿Acaso no son estos actos de intromisión en los asuntos internos del Estado
Dominicano? ¿Pueden ser legítimas las autoridades surgidas procesos electorales
con la mediación de actos ilícitos como los cometidos por Odebrecht en el país?
La verdad es que nunca antes, la llamada democracia
representativa había llegado a estos niveles de degradación y falsedad ni
puesta al servicio de intereses tan espúreos como los que representa Odebrecht.
La investigación penal, no la de RD, sino la que se sigue
en Brasil y en EE.UU están en curso. A la nación dominicana, de confirmarse
todo este entramado de corrupción, soborno, sobrevaluación y manipulación de la
voluntad popular, no le quedará otra alternativa que unificarse para hacer
renunciar a toda autoridad ilegítima, llevar a la cárcel a los corruptos y
recuperar hasta el último centavo robado.
El 2017 puede ser el año en que los dominicanos le demos
de frente a la corrupción y le pongamos fin a la impunidad.
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