Por Domingo Matías
Cuando los cristianos que se autodefinen nacionalistas suban al cielo
pedirán a Dios que no los junten con ciudadanos haitianos. También, harán
movilizaciones para que Dios no deje entrar al cielo a africanos y rogarán
misericordiosamente para que los envíe hacia un lugar donde solo haya blancos
europeos y gringos. Y Dios hace un discurso donde reafirma la filosofía de
"amaos los unos a los otros".
Los "nacionalistas" preocupados y sorprendidos por los discursos
de igualdad buscaran la manera de convencer a Dios y a Jesucristo sobre la
inferioridad de los haitianos y sobre su creencia en el vudú, a lo que Dios
respondió que no todo el que dijo en la tierra "Señor, Señor será salvo”.
Y le reiteran a Dios los que se autodefinen como nacionalistas que esas
gentes tienen costumbres malas, porque sacrifican animales haciendo
rituales. A los que San Pablo, el más radical de los apóstoles, le
responde que también son rituales cuando se asan los puercos en puya y
que si no se beben su sangre por lo menos la consumen cuando la mastican. Y
dice, que el ritual más barbarizo es cuando se ora para agradecer a Dios por
los alimentos de animales que han sido sacrificados.
En medio de los reclamos hay una señora que le dicen la Yadi, que San Pedro
le preguntó si “tenía que decir algo sobre la evasión de impuestos en la
tierra”, a los que esta respondió que esperaba que la perdonaran. La Yadi, en
un rincón donde se fabrican los truenos, su voz potente se escuchaba a grandes
leguas y afectada por un tic nervioso que repetía sin parar: “ONG, traidores,
vende patria, mátenlos…”,“ONG, traidores, vende patria, mátenlos…”,“ONG,
traidores, vende patria, mátenlos…”. Después de una hora con este tic nervioso
lo cambió por otro que decía “súbelo a las redes…”,“súbelo a las redes…”,“súbelo
a las redes…” .
Pero en el cielo no había redes porque Dios es el único medio para
interactuar. Estos tics se escuchaban en la tierra y se volvían coros
papagayisticos delirantes. El discípulo Lucas, brillante, recomendó que la
llevaran al purgatorio para que le traten el tic y que cuando se curara de tan
terrible enfermedad se incorporara de nuevo con calma a las reflexiones
teológicas
Los amigos y amigas autodefinidos como nacionalistas, acuden donde un
intelectual de apellido Núñezco y le solicitan su intervención. Núñezco, un
negro fortachon que en la tierra tenía una ONG denominada SOVEREIGNTY,
recomienda que era necesario insistir, persistir y solicitar a Dios, a los
apóstoles y a toda su compañía que con el poder que tienen se haga un muro
que lo separe de los negros de origen haitiano. Pero esta propuesta,
considerada descabellada por sus propios acólitos, fue rechazada porque en el
cielo no hay fronteras.
El Truji, el Bala y el Vinchada se observan con tranquilidad en el cielo,
después de pasar muchos años en una hoguera de fuego. Los tres hinchadas del
racismo y la xenofobia contra los negros y de la identidad con la invasión
gringa del 1916 y del 1965, se encuentran frustrados, inútiles, perturbados y
decepcionados porque su obra fracasó, y Dios en el cielo le dio una lección
sobre la conducta en la tierra y le impostó sobre el cumplimiento de
mandamientos elementales como no robarás, no engañarás, no mentirás, no
matarás, siempre amarás al prójimo a como a ti mismo. La triada está presurosa
de que Donald Trump llegue al cielo, para que con el poder que tiene en la
tierra pueda convencer a Dios sobre la viabilidad de la construcción de un
muro, que es su gran sueño “americano”
Los discípulos de Jesucristo, por un lado, y el Duartón, Luperonón, el
Profesor, Camañón, Manolón, el Peñón, la Tingó y tres hermanas elegantes, por
otro lado, están atento para escuchar cualquier rugido de las fieras que tienen
penas pendientes en el cielo. Estos, tienen una alianza estratégica para que
Dios perdone a los autodenominados nacionalistas, que son sus hermanos. Porque también
son merecedores de la gloria de Dios
Y Jesucristo, que está a la diestra del padre, reclama que hay que cumplir
con varios mandamientos, esencialmente "amarás al prójimo como a ti
mismo". Y recomendó Jesús que aquellos que no amaron al prójimo en la
tierra deberían ir al fuego eterno. Y aquellos que están dispuestos a compartir
en el cielo, la tierra, el mar, el agua y la comida, los techos y las
vestimentas con sus hermanos, todos creados por Dios, serán salvos. Unos se
acercaron a Jesús y manifestaron perdón. Otros se acercaron, los más
confundidos, y pidieron plazos. Otros, los más radicales, optaron por ir al
fuego antes que convivir con negros que en la tierra fueron pobres y
desdichados.
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