Por
Roberto Valenzuela
Para garantizar mayor
solemnidad al traslado de los restos de Pedro Santana desde una iglesia en el
Seibo al Panteón Nacional, el presidente Joaquín Balaguer acudió personalmente
y pronunció una alocución igualando al caudillo seibano con los tres padres de
la Patria. Es decir, con Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez
y Ramón Matías Mella.
Los halagos a Santana
quedaron registradas para la posteridad en el decreto número 1383 (25 de
octubre de 1975), que dispone el traslado al Panteón de sus los restos. Para
Balaguer, si el fundador de la Patria (Duarte) viviera, por su sentido de
justicia, él fuera el primero en convenir en que el Panteón Nacional fuese la
última morada de Santana.
El decreto fue emitido
en 1975: dispone que la exaltación patriótica se haga el 27 de febrero de 1976
(día de la Independencia). Ese año fue dedicado a venerar la memoria de Duarte.
Balaguer alegó que el país estaba en deuda con el general Santana y que lo que
estaba haciendo “es un acto de reparación históricas”.
Balaguer considera al
presidente Santana como uno de los dominicanos más ilustres y, por tanto, sus
restos deben descansar “en un ambiente de carácter religioso para que reciba el
tributo de veneración reservado por la Patria a sus grandes hombres”. “…A pesar
de su error como anexionista, el general Santana tiene méritos suficientes como
soldado y libertador, para que sus despojos mortales descansen junto a los
restos de los próceres civiles y militares”, dice el
decreto. Fuente: El decreto fue suministrado por los archivos de la
Consultoría Jurídica del Poder Ejecutivo.
Un tremendismo
Entre las muchas reacciones
estuvo la del historiador e izquierdista Franklin Franco, que atacó con
virulencia, desenfreno e irracionalidad a Balaguer. Entre tantas cosas
tremendistas, dijo que con quien se deben juntar los restos de Santana es
con los de Balaguer en el Cementerio Cristo Redentor. Expresó que ellos tienen
en común que sus gobiernos encarcelaron y asesinaron a opositores
políticos. Denunció que fue una decisión antihistórica y aberrante y
cree que Balaguer lo hizo para ganar notoriedad. “Aquí Santana no solamente
persiguió los patriotas en vida sino también (después de muerto) desde la
tumba”, dijo el fenecido historiador, en declaraciones que fueron recogidas
por diversos medios de comunicación. “Balaguer era capaz de las cosas más
incomprensibles, irracionales, aberrantes e indignas”, añade Franco, que fue un
permanente y acérrimo crítico del presidente Balaguer.
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