Por Félix Quiñones
Voy a empezar disculpándome por tomar el tema de la hookah y desglosar
parte de su contenido y consecuencias, reflejadas por años en nuestra
comunidad. La hookah se puede definir de diferentes formas; por lo pronto,
podemos describirla, como un mal innecesario y sumamente peligroso, que atrae a
jóvenes y viejos a la adicción de un lubricante que lo puede llevar derecho a
la muerte.
Disculpándome por considerarlo un tema espeluznante y delicado, en un
escenario de opiniones encontradas. Porque puedo herir los sentimientos de amigos,
que han encontrado en ella cierto placer, y ofender a otros que -en su
comercialización- han encontrado un lujoso y atractivo negocio.
Al principio se creía que esta novedosa forma de fumar era muy antigua;
digamos que le atribuíamos miles de años de existencia. Hoy, se sabe con
exactitud que, la shisha, argila, hookah o cachimba de agua, es tan vieja como
el “descubrimiento” de América, que tiene algo más de cinco siglos.
Pero lo más importante de esta “epidemia”, no es su antigüedad sino,
el daño que puede causar en nuestra juventud, en especial la dominicana, que es
la que más me duele.
Estoy viendo con mucha preocupación, la presencia -cada vez mas común-
de esta dañina práctica, que se ha ido apoderando de los campos deportivos y
sus instalaciones adyacentes. Y todo ante la mirada impasible de las
autoridades deportivas correspondientes.
Pero, si el movimiento deportivo ha sido indiferente, mas aun lo ha
sido el liderazgo político nuestro, que con algunas excepciones -hay que
admitirlo- se ha hecho de la “vista gorda” ante el avance de esta dañina
práctica, que desgraciadamente, ya se ha convertidoen costumbre de los
muchachos en nuestros vecindarios.
Uno de los argumentos que he oído de los que quieren justificar el uso
de la hookah, es la falsa creencia de que “los cigarrillos son peores”, dizque
porque el agua actúa como filtro y elimina la nicotina, la “cotinina”, y las demás
toxinas del tabaco. Ambos, cigarrillo y hookah, son altamente perjudiciales
para la salud humana.
Un equipo de investigadores de la Universidad de California, demostró
que la hookah produce un elemento cancerígeno denominado NNAL (butanol-piridil-metilnitrosamina)
y estos resultados han sido avalados de manera parcial, por la Organización
Mundial de la Salud de la ONU, y por el exigente Departamento de Salud de
Inglaterra, que demostró en un estudio posterior, que el nivel de monóxido de
carbono en la sangre de los fumadores de hookah, es cinco veces mayor al de los
fumadores de simples cigarrillos. Y todos sabemos lo dañinos que son los
cigarrillos.
Por otra parte, se alega que la “fumadera” de hookah es un asunto de
carácter social y que al igual que los cigarrillos, no hubo manera de que se
evitara, precisamente porque es una decisión personal de la gente. Y a pesar de
que el argumento tiene algún elemento de realidad, hay que recordar que, a
partir de 1965, se empezó a endurecer la venta de los cigarrillos y al día de
hoy, esa poderosa “industria de muerte” es solo una décima parte de lo que fue
a mediados del siglo XX.
En cualquier caso, yo no me opongo a que quien se quiera suicidar lo
haga lanzándose del puente George Washington, pues a fin de cuentas es una
persona adulta y simplemente hace uso del libre albedrío, un derecho de cada
ser humano.
A lo que siempre me opondré es a que cuando se suicide se lleve a sus
hijos en brazos. Algo así es lo que sucede cuando se permite el uso de la hookah
en los lugares públicos y a la vista de los niños. Es una falta de respeto a la
familia, a uno mismo y al género humano.
Desde hace tiempo, vengo luchando junto a mis amigos más cercanos, por
el rechazo a esta calamidad social. Mi primera experiencia fue con mi hijo
mayor, en el año 2011, dos veces le hablé y orienté del peligro que le acechaba
y felizmente, dejó de usarla.
Como miembro activo de esta comunidad, mi voto siempre será un
enérgico ¡NO! al uso público de estas cachimbas colectivas.
¡La hookah es inaceptable, en especial en los campos deportivos!
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