Por Claudio A. Caamaño Vélez
Ojalá podamos, así sea por un instante, colocar a un lado todas nuestras
diferencias, poner en el centro aquellas cosas que nos unen, y trabajar unidos
para hacerlas realidad. Así todos estaremos ganando.
Después que resolvamos las cosas que nos unen, entonces podremos estar en
condiciones de luchar por las que nos dividen. La diversidad también es
importante, pero ahora es momento de unidad.
Hasta las fieras se ponen de acuerdo para ir a cazar. Después que atrapan
la presa pelean para ver quien come primero, pero cazan unidas, pues de lo
contrario no habrá comida para nadie.
Un gran pacto político-social es ya imprescindible para fortalecer nuestra
democracia, y colocar a nuestro país en los rieles del desarrollo. No hay razón
para que en un país rico como el nuestro exista tanta pobreza.
El agua y el aceite no se mezclan, sin embargo del coco se saca agua y
también aceite. Así mismo, personas con grandes diferencias pueden trabajar por
un fin en común, sin renunciar a sus posturas ni disminuir su dignidad.
Nadie ha dicho que sea fácil unirnos, pero es posible y, sobre todo, es
necesario. Que el amor al prójimo nos lleve a renunciar a nuestros egos, y a
poner la verdad colectiva por encima de nuestras verdades individuales. A veces
nos trancamos a discutir si vamos a comer pollo, res o cerdo, mientras afuera
hay un pueblo que carece de pan.
Este momento nos exige resultados, y para eso se requiere fuerza, y esa
fuerza está en la unidad.
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