Los costosos reductores de velocidad…


POR JOSE ANTONIO MATOS PEÑA

Son del más alto costo inadvertido, los obstáculos sembrados en el pavimento de nuestras carreteras, los cuales vienen a ser el sustituto del buen deber de la autoridad que está para  regir gran parte de la conducta de los ciudadanos de un parque vehicular nacional que sobrepasa los tres millones de unidades. Sustituye además, la labor en gran parte de los famosos policías acostados, que si bien son una retranca en la movilidad nacional, han hecho una labor menos agresiva frente y contra la ciudadanía que conduce o se deja conducir al circular en función de pasajero.

Los famosos reductores de velocidad, que son un valladar de  obstáculos no  continuos, pero puesta en con espacios vacios, los cuales junto al elevado tamaño del pivote, se convierten  en un flagelo del guía, su tren delantero y neumático del vehículo.

Los famosos reductores son vistos en los peajes, entradas a poblaciones, calles y carreteras del país, siendo los más protuberantes y molestosos vistos y transitados  por nosotros, los de los peajes del sur y los de la entrada a la ciudad de San Juan de la Maguana y demás eventualmente, son, una verdadera tragedia, aunque usted amigo o amiga lector(a) no lo crea; calcúlelo usted, para tener una idea,  asumiendo tres millones de vehículos de motor, promediándole seis gomas por unidad, estamos diciendo que esta suerte la corren un total aproximado de 18 millones de gomas o neumáticos, y que si a este estimado le asumimos o presumimos el daño a un 10% de ellas, hablaríamos de unas ciento ochenta mil gomas, (tomémoslo a un mes, a tres meses o a seis meses, como quiera es mucho),  ¡échale lápiz amigo(a), si una goma,  normalmente suele costar desde los 4 ò 5 mil pesos dominicanos , hasta los 25 y 30 mil,  nuevas.

Los daños reflejados en los neumáticos no siempre se reflejan de inmediato, ocurren más adelante en momentos en que el conductor no encuentra explicación, quien escribe ha sufrido estos efectos en cinco ocasiones para los últimos seis meses, las dos  más recientes son de un viaje a San Juan, las cuales entradas en contacto con unos reductores criminales, su colapso  ocurrió 4 ò  5  horas más adelante,  al regreso a Neiba. Un amigo de Bahoruco, maestro de mecánica y transportista nos lo advirtió al momento de la implementación de estos instrumentos, habrán transcurrido  unos 4 años, el amigo Manolo Vásquez,  nos comentó: “Esos reductores dañan el tren delantero y las gomas del vehículo, les dan  duro”.

Los daños en los neumáticos pueden ser además, causa de accidentes mortales, habidas cuentas de que la misma ò el mismo sufre el daño y puede no dar señales  cuando llega el colapso, por tanto, parte de las vidas que preservaría su presencia, las estaríamos recibiendo en este contexto. Hemos observado, pudiendo ser coincidencia, que a raíz de esta proliferación, las gomas desintegradas en la carretera por las patanas de cargas son híper abundantes.


Pedimos por este medio la sustitución de los reductores  o  en su defecto disminuirlos en su tamaño,  y poblar casi en su totalidad los espacios entre ellos, para que al país no le siga resultando “más cara la sal que el chivo”.

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