Por Nélsido
Herasme
En la escuela
básica y media dominicana se está perdiendo la mística y la vocación por la
enseñanza.
Tan solo esto
nos faltaba que los centros educativos se estén convirtiendo en campos de
batalla, donde hay sangre y lamentaciones. Por momentos se nos olvidó que los
planteles educativos son los auténticos lugares de amor, educación y
tolerancia, donde nuestros hijos e hijas van a formarse.
Parece que nos
estamos volviendo locos, porque lo que estamos observando hoy en estos espacios
es inaceptable e inenarrable.
Estos centros, en un cerrar y abrir de ojos se han tornado en espacios de
violencia y contienda, donde nuestros estudiantes en vez de ir a recibir el
proceso de enseñanza aprendizaje para forjarse su futuro, donde asisten es aun
escenario bélico.
Lo mismo ocurre en muchos centros privados, donde la intolerancia también impera.
Aquí se ha perdido
la entrega, la abnegación y el amor por la escuela, ello en franca
contradicción con la cantidad de recursos que maneja el sistema educativo
dominicano, a partir de la aplicación del 4%
del PIB (Producto Interno Bruto).
Cuando cualquier
padre o persona particular llegamos a un aula de la escuela los educando no nos
reciben de pie, porque la moral y la cívica hace rato que se fueron de rumba.
Debemos decirlo
con cierto dolor, que en la escuela no se canta
correctamente el himno nacional de la República Dominicana compuesto por Emilio
Prud’Homme y el Maestro José
Reyes en 1883 y
mucho menos declaman poemas dedicados a nuestros patriotas.
Ya no se escuchan los himnos a Duarte, a Sánchez, a Mella, a la
escuela y a la bandera.
En mucho centros
no hay alto parlantes para las autoridades de los planteles hablarle a la
comunidad educativa en un momento determinante; tampoco hay cámara de seguridad
que sirva de control ante cualquier evento que se presente y mucho menos una
policía escolar eficiente, eficaz y
capaz de intervenir ante cualquier problema que se suscite en el plantel.
Son muy pocos
los que hacen el esfuerzo para que las cosas
funcionen mínimamente bien. Por momento en la escuela se ha perdido la
autoridad, don directores, equipo de gestión y docente no juegan su papel.
En las escuelas
públicas no se ven los directores encargado de pasillos para controlar la salida abrupta del
estudiantado del aula; un maestro o maestra no puede hablarle con autoridad a
un educando, porque éste con insolencia le riposta de igual manera.
Comentarios
Publicar un comentario